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El reto que enfrentan las fiducias es el de la formalización de las nuevas tecnologías
Es invisible, y entre más imperceptible, más útil. Permite integrar los diferentes actores públicos y privados para que los negocios se hagan. Trabaja en silencio, pero de su trabajo depende, en gran parte, el éxito de los proyectos. Rara vez es el protagonista principal, pero es un ingrediente indispensable y fundamental para que se logre el objetivo.
Esa es la fiducia. Facilitadora de negocios, administradora de recursos, garante de la confianza y plataforma de articulación para planes y proyectos de las personas, empresas y del Estado.
La fiducia formaliza, permite trazabilidad y control y es por esto que se ha vuelto un aliado fundamental para muchas industrias en su interacción con clientes, entre ellas mismas y con el Estado.
Las fiduciarias interactúan en la vida cotidiana de las personas facilitando que las cosas pasen. Por ejemplo, cuando se compra una vivienda donde se vela por el correcto uso de los recursos en la construcción, cuando se paga un peaje, recaudándolo y verificando que se destinen los recursos a las vías, cuando se usa un medio de transporte masivo, cuando se espera cómodamente en los modernos aeropuertos, cuando se divierten en un centro comercial e incluso cuando muchos de los pensionados reciben su dinero sin falta mes a mes. Los recursos que en todos estos proyectos invierten el Estado y los privados se cuidan y vigilan en las sociedades fiduciarias para el bien de la sociedad y el correcto desarrollo del país.
También es importante anotar que las fiduciarias -a través de los FIC- se han constituido en valiosas plataformas para que pequeños y grandes inversionistas accedan a diversas alternativas y, sobre todo, a formas más sofisticadas de inversión.
La fiducia, y por tanto las fiduciarias, son sinónimo de transparencia. Prueba de esto es su creciente uso (más de 22.000 negocios), la confianza en ellas (más de $450 billones administrados) y la relevancia para la economía.
En este momento podemos afirmar que hay fiducia para rato; en un mundo convulsionado, donde la corrupción ha permeado diferentes estamentos de la sociedad, es donde las fiduciarias y sus productos versátiles, articulados con otros mecanismos de control como ingenieros independientes, peritos, auditores e interventores, pueden aportar destacadamente en construir puentes de confianza y transparencia al administrar todo tipo de activos de forma profesional.
Sin embargo, como industria, el sector se enfrenta a grandes desafíos. Temas tan de moda pero con muchísima profundidad y crecimiento como blockchain, Smart contracts, crowdfunding, crowdlending y modelos de negocios soportados en Fintechs pueden ser sustitutos o aliados. Para ser lo segundo, las fiduciarias deben evolucionar rápidamente orientando sus esfuerzos para que este tipo de operaciones y negocios cuenten con estructuras de fideicomisos que permitan dar la confianza y transparencia al mercado y a los usuarios, pero que tengan la velocidad y versatilidad de las nuevas tecnologías. Este reto, el de la formalización de las nuevas tecnologías, como muchos otros, debe ir acompañado por una regulación y supervisión moderna, contundente y clara que otorguen seguridad y formalidad pero con el bajo costo y agilidad necesaria en estos nuevos modelos de negocio. Esto incentivaría a los promotores a acogerse a ellas.