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Analistas 10/05/2022

¿Para qué volver?

Juan Isaza
Estratega de comunicación

A lo largo del último año, muchas compañías han regresado a trabajar a sus oficinas. Algunas lo hicieron tan pronto la mayoría de los empleados tuvo la primera o las dos dosis de la vacuna. Otras comenzaron 2022 con el propósito de volver, así fuera parcialmente. La mayoría están aplicando el famoso modelo híbrido con uno, dos o tres días de trabajo remoto y el resto del tiempo en la oficina. Para algunos, que las empresas obliguen a la gente a estar en la oficina les genera la sensación de que la pandemia por fin queda atrás. Para otros, significa que todo lo aprendido en esta compleja experiencia no ha servido para nada y que estamos queriendo continuar un modelo de trabajo que ya se agotó.

Hace unos días, escuché una entrevista de Harvard Business Review a Satya Nadella, CEO de Microsoft, sobre el futuro del espacio laboral y las que a su juicio son las dos megatendencias que más impactarán la forma como trabajamos. La primera tiene que ver con el modelo híbrido que ha flexibilizado el concepto de cómo, cuándo y desde dónde trabajar. Pero Nadella también destacaba la segunda que tiene que ver con el hecho de que hoy nos preguntemos cada vez más el por qué trabajar. Esto tiene que ver con cómo la misión de las compañías se alinea con el propósito vital de las personas.

El por qué trabajar está influenciado de manera muy relevante por el equipo de trabajo o el área al que pertenece el empleado. Tener visiones y objetivos compartidos con los jefes se ha convertido en uno de los factores clave para que la gente encuentre una razón para permanecer en una compañía. En este sentido, Nadella explica que una aproximación orgánica parece la más apropiada para decir cuándo y cómo volver a las oficinas. Cada jefe y cada equipo de trabajo tiene situaciones particulares relacionadas con sus familias, sus tiempos de desplazamiento, entre otros. En palabras del directivo, no debería haber espacio para el dogmatismo en este caso.

Hay una realidad: la gente quiere trabajar mejor, pero también quiere vivir mejor. La reconfiguración del trabajo a partir de equipos mucho más autónomos e independientes puede ser el mejor avance que nos deje la pandemia. Los espacios de trabajo como los conocimos hasta 2020 tenían una razón fundamental: unir el talento y las ideas de las personas en un mismo lugar para alcanzar unos objetivos corporativos. Lo importante es que las personas con las que más trabajamos y con las que tenemos proyectos están más cerca de nosotros que nunca. Todas las herramientas para conectarnos hacen que tengamos a nuestro equipo a un click de distancia. Más bien lo que hay que cuidar es que los equipos no se conviertan en islas dentro de las compañías y se pierda la posibilidad de unir talentos de diversas áreas. Ahí es donde el espacio físico tiene una función muy relevante.

Usar el espacio de la oficina para que la gente haga lo que podría y querría hacer desde su casa no tiene sentido. En cambio, usar el espacio de trabajo para encuentros planeados o espontáneos que refuercen lazos entre las personas será siempre la forma más humana de conectarnos, al menos por ahora. Quizás vendrá el metaverso y nos enseñará a pasearnos espontáneamente por las oficinas virtuales y relacionarnos con otros. Por ahora, tenemos la gran oportunidad de darle a cada espacio (físico y virtual), el lugar que, orgánicamente, más valor genera.

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