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Analistas 26/08/2021

¿Un nuevo orden?

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

Las imágenes de la evacuación del cuerpo diplomático de los Estados Unidos de Kabul el pasado 15 de agosto, cuando la ciudad caía en manos del régimen Talibán, rememoran aquellas de la evacuación de Saigón, la actual Ho Chi Minh, en 1975.

Algunos anticipan que estas imágenes son postales del fin de la era de la globalización. El rebote considerable del comercio internacional en los últimos trimestres sugiere que dicha interpretación puede ser prematura. Otros afirman que son un símbolo del declive de los Estados Unidos. El renombrado politólogo Francis Fukuyama argumenta que ese país continuará siendo una potencia por muchos años más, pero que su influencia estará determinada en buena parte por la capacidad de solucionar sus problemas internos, más que su política externa.

Como cualquier evento histórico, su peso y radio de influencia será más preciso una vez el polvo de la inmediatez se asiente. No obstante, es muy probable que las perturbadoras imágenes de afganos volando por los aires en el intentado desesperado de huir de un régimen represivo, queden impresas en la historia dependiendo de cómo se escriba un siguiente capítulo: el de la intervención China en la región.

La retirada de las tropas de Estados Unidos de Vietnam en 1973, solo dos años después del final del Breton Woods, en el contexto de una década de descontento social, menor crecimiento económico y un aumento de la inflación, parecía en su momento el comienzo del fin de la dominancia norteamericana. No obstante, el desenlace no fue el esperado en la medida que Estados Unidos no encontró en la Unión Soviética, ni en ningún otro país o región, un rival en el proceso de innovación que finalmente revolucionaría el mundo con la aparición de los computadores personales y posteriormente el internet.

En el campo financiero, las preocupaciones iniciales del devenir de la divisa norteamericana, tras la ruptura del patrón oro, resultaron infundadas en la medida que la Reserva Federal de los Estados Unidos logró poner en cintura la inflación, haciendo del dólar la moneda incontestable del sistema de pagos mundial.

La diferencia más relevante entre aquella coyuntura y la actual, es la presencia de un competidor con la capacidad y la intención de retar la dominancia norteamericana: China. Como documenta de manera cuidadosa Rush Doshi en su libro el Juego a Largo Plazo (The Long Game), en los últimos 100 años ningún adversario o coalición rival de los Estados Unidos, incluyendo la Alemania Nazi, el Imperio Japonés o la Unión Soviética alcanzó un nivel de 60% de la economía norteamericana. China ya superó ese umbral y está lista para convertirse en la economía más grande del planeta. Los estimativos más recientes sugieren que en 2028 la economía China superará a precios de mercado a la de Estados Unidos.

Doshi argumenta que China tiene una estrategia clara y de larga plazo para retomar su papel preponderante en los asuntos globales. La retirada de Estados Unidos de Afganistán es sin lugar a dudar el escenario para evaluar la capacidad y la ambición de China de ejercer un papel mucho más activo en el contexto internacional. Y también sea quizás la oportunidad para que, en la transición hacia un Nuevo Orden, Estados Unidos retome una postura más pro-activa hacia América Latina en búsqueda de reorientar producción asiática hacia nuestro continente y fortalecer su peso en la región.

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