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Analistas 10/03/2022

Crimen y castigo

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

La incursión militar de Rusia en Ucrania ha generado una retaliación financiera y comercial por parte de Occidente sin precedentes en el pasado reciente. Rusia ha estado bajo sanciones financieras desde su adhesión de Crimea en 2014 con un costo estimado para su economía de 1% anual. Sin embargo, la ronda de sanciones ya impuestas y una eventual interrupción de la demanda de petróleo y gas ruso podrían tener un costo muchísimo mayor.

La imagen de Putin se vio fortalecida en su país con la guerra en Crimea en 2014 y desde entonces se ha deteriorado como resultado de la estagnación de la economía rusa. La amplia propaganda y el sentimiento generalizado nostálgico del antiguo imperio y de la fracasada unión soviética ha cementado en dicho país un apoyo nacionalista a la incursión en Ucrania. En varias ciudades rusas, no obstante, ha habido demostraciones en contra de la guerra, pero dichas protestas han sido rápidamente aplacadas con represión y más de 4.000 encarcelamientos.

Las sanciones a Rusia por parte de occidente han venido escalando. Inicialmente se adoptaron medidas en contra de la oligarquía y del mismo Putin, pero en rondas recientes se excluyó a un grupo importante de bancos rusos del sistema de mensajes para operaciones interbancarias internacional, el Swift, y se tomaron medidas para impedir que el Banco Central de Rusia utilice sus reservas internacionales. Estados Unidos anunció recientemente que no comprará petróleo a Rusia y ha buscado una amplia coalición de países para reducir las compras de petróleo y gas a dicha nación. Mientras tanto un número importante de compañías norteamericanas y europeas han decidido interrumpir sus operaciones en suelo ruso. El suministro hacia Rusia de partes y piezas necesarias en el mantenimiento de vehículos, aviones y maquinaria se ha visto interrumpido.

El sentimiento anti ruso en Europa es generalizado y hacedores de política y ciudadanos están dispuestos a hacer un sacrificio económico importante con tal de hacer pagar a Putin el costo de su trasgresión militar. En el ojo del huracán está las exportaciones rusas de petróleo.

Rusia produce 11 millones de barriles diarios, de los cuales exporta 5, y 3,5 tienen destino europeo. Los datos más recientes sugieren que ya hay una disrupción por 3 millones de barriles de petróleo ruso que no encuentran comprador, lo que sería la quinta disrupción más importante en el mercado de crudo desde la segunda guerra mundial. A falta de ingresos por exportaciones, Rusia ya impuso una especie de corralito financiero, restringiendo la venta de dólares en su economía y ha anunciado, en retaliación, la prohibición de exportación de fertilizantes, lo cual tendrá un efecto muy adverso sobre la producción agrícola global, en particular en Brasil.

Se espera que el precio de la referencia de crudo Brent esté por encima de los US$135 por barril el resto del año, pero subsiste la duda sobre la capacidad e intención de China de aumentar su actual nivel de compras de petróleo ruso de 1,5 millones barriles diarios, un eventual aumento de producción de la Opep y si Estados Unidos logra encontrar fuentes alternativas en Irán y Venezuela en el mediano plazo.

En este escenario la probabilidad de un escenario de mayor inflación más caída en la actividad económica, conocido como estanflación, en muchas economías es alto.

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