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Analistas 27/04/2018

Presupuesto por programa

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

La Comisión del Gasto considera que el país debe avanzar hacia el presupuesto por programa. La idea no es nueva. A mediados de los años noventa, cuando se discutía el Estatuto Orgánico del Presupuesto se ponía en evidencia la necesidad de ir consolidando un presupuesto por programa. Por diversas razones, una de ellas tecnológica, no se concretó la idea.

Actualmente, a nivel internacional, ha renacido la discusión sobre la conveniencia del presupuesto por programa. Se trata de organizar el presupuesto en función de los programas que el gobierno considera prioritarios. El presupuesto por programa permite eliminar cinco asimetrías: entre niveles de gobierno, entre instituciones, entre los gastos de funcionamiento e inversión, entre las anualidades y entre los agentes responsables.

Hoy se presentan traslapes entre los gobiernos nacional, departamental y municipal. Es un desorden de tipo vertical. La actual distribución presupuestal dificulta la articulación de las actividades entre los diferentes niveles de gobierno. El presupuesto por programa, en cambio, facilita la coordinación y permite diferenciar las tareas que le corresponden a cada nivel.

También existe un desorden de tipo horizontal. Es frecuente que instituciones gubernamentales con objetivos similares no se hablan entre ellas. Si el objetivo es, por ejemplo, la atención a la primera infancia, lo lógico sería que hubiera sinergia entre las entidades en función del propósito común. Y esta acción conjunta se facilitaría mediante el presupuesto por programa.

La diferenciación entre gastos de funcionamiento e inversión es obsoleta, confunde, y no es un buen instrumento de política pública. El presupuesto por programa no requiere que los gastos se dividan en estas dos categorías, ya que el presupuesto se define de acuerdo con los resultados esperados, y se gasta lo que sea necesario, o en funcionarios, en la compra de maquinaria, o en la realización de obras de infraestructura. La programación obliga a que haya una sincronía entre las diversas modalidades de gasto.

Actualmente el ejercicio presupuestal exige que los cierres sean anuales, y si durante el año no se alcanza a ejecutar el proyecto se recurre a la figura de las vigencias futuras, que distorsionan los presupuestos y generan ambigüedades. El presupuesto por programa corrige esta asimetría porque los recursos están disponibles hasta el momento en que se cumpla el objetivo.
Hoy se cofunde las responsabilidades entre los funcionarios y agentes que participan en los proyectos. Tal dispersión dificulta la evaluación de las políticas públicas, ya que los funcionarios responden ante su institución, independientemente de que los resultados globales se hayan conseguido de manera adecuada. En la evaluación del desempeño de los servidores públicos se le está dando más relevancia a los aspectos formales relacionados con los procedimientos, que a los resultados. El presupuesto por programa ayuda a delimitar mejor las responsabilidades de los agentes que participan, y a juzgar su tarea por los logros conseguidos.

El proceso hacia la consolidación del presupuesto por programa es complejo y comienza con la definición de clasificadores adecuados, que permitan observar el presupuesto desde varios ángulos. Ya se están dando los primeros pasos y es importante que esta tarea se realice con mayor celeridad.

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