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Analistas 23/04/2021

La tributaria y el Gini

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

Es una novedad que en la exposición de motivos del proyecto de reforma tributaria se comience con la presentación del resultado neto que tiene la política fiscal en el Gini. Se retoman las comparaciones internacionales en las que se muestra el impacto distributivo de la conjunción de impuestos y transferencias. Se compara el Gini del ingreso inicial con el Gini del ingreso disponible, que es el resultado de la acción de la política fiscal (impuestos y transferencias).

El contraste entre los países es significativo. Colombia tiene dos características. El Gini del ingreso inicial es relativamente alto y, además, la política fiscal no lo baja. En los países desarrollados la situación es completamente distinta. El Gini final es considerablemente inferior al inicial. En Austria, por ejemplo, baja de 0,42 a 0,28. La explicación es sencilla. En los países desarrollados los ricos pagan impuestos, y no reciben subsidios. Y los pobres reciben subsidios y no pagan impuestos. Entre nosotros, los ricos reciben subsidios y los pobres pagan impuestos. El dinero que se le entrega al hogar a través de programas como Familias en Acción, se le quita con IVA o prediales.

Es un avance que en el proyecto de reforma tributaria se muestre al impacto de la política fiscal sobre la distribución. Y que se considere de manera conjunta, la relación impuestos y transferencias. Esta mirada amplia facilita las discusiones sobre la equidad de la política fiscal.

El Ministerio de Hacienda es optimista. Compara un escenario “inercial”, en el que no se hace nada, con otro llamado “proyecto de ley”, que muestra los impactos que tendría la reforma tributaria, siempre y cuando se cumplan los supuestos macroeconómicos. En el 2025 los Gini en ambos escenarios serían de 0,546 y 0,467. Y en el 2030 de 0,532 y 0,437. Es decir, si se hacen las cosas como piensa el gobierno, y si el mundo se comporta como imagina el Ministro, la distribución del ingreso mejoraría de manera sustantiva.

El sueño de Hacienda difícilmente se logrará. Primero, porque a lo largo del proyecto se crea la falsa sensación de que un porcentaje importante de las rentas tendrá destinación específica, e irá para las transferencias sociales. La distribución de este gasto se hace explícita en el art. 18. Pero este supuesto es una ilusión. Los recursos no son de destinación específica. Una vez que la reforma se apruebe el gobierno bien puede destinar el dinero a comprar aviones de guerra.

Segundo, porque el número de hogares pobres todavía no es claro. Próximamente el Dane publicará la cifra de pobreza correspondientes al 2020. Así que las estimaciones de Hacienda tendrán que cambiar.

Tercero, porque los supuestos macroeconómicos, como ha sucedido siempre, no se cumplirán. Basta comparar las proyecciones de todos los marcos fiscales de mediano plazo con lo que sucedió después, para concluir que las estimaciones fallaron. Siempre que se hacen estos ejercicios se olvida que el mundo es incierto.

Cuarto, porque para Hacienda el único Gini que importa es el de ingresos laborales, que resulta de las encuestas de hogares. Y en esta contabilidad no están los ricos. El Gini de ingresos labores puede disminuir sencillamente porque la clase media tributa más. Una reforma que realmente busque la equidad tendría que crear los mecanismos que lleven a disminuir el Gini de la riqueza.

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