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Analistas 29/04/2022

La línea de pobreza

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

De acuerdo con la reciente publicación del Dane, en 2021 la incidencia de las pobrezas monetaria y extrema disminuyó con respecto a 2020, pero la reducción habría sido mayor si el valor de la línea de pobreza extrema no hubiera crecido tanto.

Poco a poco la economía se va recuperando y los efectos de la pandemia se van atenuando, y ello se refleja en los niveles de pobreza. En el 2020 la incidencia de la pobreza monetaria fue de 42,5%, equivalente a 21.021.564 personas. En el 2021 la incidencia fue de 39,3%, correspondiente a 19.621.330 personas. La pobreza extrema pasó de 15,1% (7.470.265 personas) en el 2020 a 12,2% (6.110.881 personas) en el 2021.

Aunque la disminución de la pobreza es positiva, los logros son modestos. Los niveles del 2021 todavía son mayores a los observados antes de la pandemia. En el 2019 la incidencia de la pobreza monetaria fue de 35,7% y la de la pobreza extrema de 9,6%.

Estos resultados permiten hacer varias consideraciones sobre los subsidios, la inflación de alimentos y las brechas entre ciudades y entre departamentos.

Gracias a los diferentes subsidios (Familias en Acción, Colombia Mayor, etc.), en el 2021 la pobreza se redujo en 3,6 puntos. Sin estos recursos la incidencia no hubiera sido de 39,3% sino de 42,9%. El país ha avanzado en la logística de la focalización, y desde el punto de vista estadístico, en la integración de las encuestas y de los registros administrativos. No obstante la bondad de estos subsidios, se debe volver a discutir la relevancia de un ingreso básico, ojalá universal e incondicional. Este debería ser el objetivo de largo plazo.

La lucha contra la pobreza tiene que ir mucho más allá de los subsidios. Y un tema central es el diseño de políticas que efectivamente eviten el encarecimiento de los alimentos. La reducción de la pobreza en el 2021 no fue más significativa, entre otras razones, porque el valor de la línea de pobreza extrema tuvo un aumento importante, de 16,7%, con respecto a 2020. Y este salto notable se explica porque la inflación de alimentos fue muy alta, y en 2021 llegó a 17,22%. La recuperación de la productividad agropecuaria es un reto sustantivo, que pasa por el ordenamiento territorial, y por una política tributaria que contribuya a la modernización del sector agropecuario.

La reducción de la pobreza en el mediano plazo obliga a realizar cambios radicales en la política económica, de tal forma que se genere empleo y que la dinámica de la economía permita lograr mejores remuneraciones. El empleo de calidad es el mejor remedio contra la pobreza.

Las brechas continúan siendo significativas. No hay convergencia en términos de calidad de vida. En la zona rural, en 2021, la incidencia de la pobreza monetaria fue de 44,6%, mientras que en las ciudades fue de 37,8%. La distancia entre el campo y la ciudad continúa siendo relevante. Y entre ciudades y departamentos también hay diferencias notorias. Para ilustrar, en Quibdó, en el 2021, la incidencia de la pobreza fue de 64,8% y en Barranquilla de 35,7%. Estas divergencias no deberían existir. De manera explícita, el próximo gobierno debería incluir como una de sus prioridades la convergencia. Es fundamental avanzar en equidad, no solo entre individuos, sino también entre regiones. Se debe buscar que las regiones se vayan acercando. Claramente este propósito no se está consiguiendo.

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