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Analistas 20/01/2023

Una izquierda disidente

En menos de un año el Pacto Histórico llegó a su fin como aglomeración de varias fuerzas políticas. La luna de miel alcanzó para pasar la Reforma Tributaria y algunas decisiones aisladas en ciertos ministerios. Hoy al comienzo de 2023 se observa un panorama bien diferente al del primer semestre del año pasado, con un gobierno quebrado por dentro, desorientado, sin rumbo claro en las comunicaciones. Muchas dificultades inesperadas han aterrizado a la realidad al presidente Gustavo Petro. La realidad es justamente un lugar al que no ha estado acostumbrado, más bien ha vivido hace años en el mundo fantasioso de las declaraciones en medios de comunicación y publicaciones en redes sociales.

Petro es un político tradicional que pocas veces toma decisiones, ejecuta proyectos o administra. Como alcalde de Bogotá dejó mucho que desear: peatonalización de la carrera séptima, prohibición del uso de caballos en la vía pública y el tema de los espectáculos taurinos. Dejó firmado el proyecto APP de lo que hoy es el Movistar Arena. El resto del tiempo se dedicó a hacer discursos desde el balcón del Palacio Liévano transmitidos por Canal Capital. Se defendió jurídicamente de la destitución de la Procuraduría por el tema de las basuras que salió muy mal. Balance paupérrimo.

Los problemas que enfrenta ahora son de una dimensión superior. La blanda posición de negociación con grupos ilegales es similar a lo que ya vivimos con el Caguán de Andrés Pastrana. A este paso se quedarán meses discutiendo de qué forma se materializará un cese al fuego bilateral, para luego, si le alcanza el tiempo, comenzar a negociar la “paz total”. Las inundaciones y bloqueos de carreteras no parece que vayan a mejorar el panorama. La inseguridad en las calles de las principales ciudades tampoco ayuda. El mayor reto es económico: Colombia ha perdido poder adquisitivo en los últimos 8 meses de manera sustancial. La inflación nos va a comer rápidamente, un fenómeno mundial, pero con efectos complementarios como el desmonte de los subsidios a los precios de la gasolina, la alta tasa de cambio y el freno a la inversión de capital en muchas industrias que siguen en modo expectativa e incertidumbre.

El panorama se pone más gris cuando se sabe que algunos políticos ya enfilan baterías por su lado para la carrera por alcaldías y gobernaciones. Movimientos por firmas y algunos partidos que estuvieron con el Pacto Histórico se van a desligar, haciendo campañas de abierta oposición a los mandatarios de turno. En Bogotá, Cali y Medellín una nueva fuerza de izquierda intentará vender la idea de que los gobernantes actuales no sirvieron, cuando algunos son de izquierda también o de centroizquierda. Por primera vez en mucho tiempo veremos a la izquierda dividida. Por un lado los que siguen con el gobierno contra los que sienten que les incumplieron y buscan mandatos regionales alejados de la “paz total” de Petro. Apareció una izquierda disidente de la izquierda del gobierno. El primero en saltar del barco fue el exsenador Gustavo Bolívar, pero en los próximos días habrá movimientos similares en varias regiones del país. La carrera política será voraz, unos de izquierda atacando a otros de izquierda defendiendo. No será menos que una sangrienta carnicería.

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