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Analistas 06/04/2019

Moda contra el ambiente

Javier Villamizar
Managing Director

Zara es una empresa española de venta de ropa fundada en 1975 por Amancio Ortega y Rosalía Mera. Es la marca principal del grupo Inditex y el minorista más grande del mundo en su gremio con más de 2.200 tiendas y con una amplia presencia en todos los continentes. Al señor Ortega se le acredita con haber sido el inventor y mayor propulsor del concepto de “moda rápida” que ha hecho florecer esta industria a nivel global con la participación de otras marcas como Forever 21, Charlotte Ruse, H&M y Uniqlo. Su diferenciador es tener un diseño fresco, actual, seguir las tendencias e ir al margen de la moda, renovando sus colecciones 6-8 veces al año en contraste con las marcas tradicionales que lo hacen de manera mas lenta.

En los últimos años con la popularización y crecimiento del comercio electrónico, el número de jugadores en la “moda rápida” ha empezado a crecer de manera exponencial. Marcas como BooHoo, FashionNova y Yoox entre otras, al igual que tiendas no-especializadas como Amazon y AliExpress han venido creciendo de manera acelerada compitiendo con los jugadores tradicionales que inventaron la “moda rápida”, poniendo a algunos de ellos en apuros económicos como es el caso de la británica H&M.

El crecimiento de la “moda rápida” de otro lado, significa que cada vez utilizamos menos nuestras prendas lo cual implica según estudios recientes, que esta industria podría llegar a generar 25% del dióxido de carbono que contamina nuestro planeta durante los próximos 30 años.

Estas proyecciones ponen a la industria de la moda en la misma categoría de las petroleras y los fabricantes de automóviles como principales responsables de la crisis ambiental que nos agobia. Esta industria produce una quinta parte de las aguas residuales y más de 10% de las emisiones globales de carbono, más que todos lo que generan todos los aviones en rutas internacionales y el transporte marítimo en un año, siendo el teñido de textiles el segundo contaminador de agua más grande del planeta.

El problema comienza con los materiales usados en la fabricación de las prendas: el poliéster por ejemplo, es la fibra más empleada y una de las mas contaminantes ya que su descomposición natural puede tardar más de 200 años. Otros materiales artificiales como el rayón, que proviene de la celulosa, acaban con mas de 70 millones de árboles cada año. El uso de fibras naturales como el algodón que el ciudadano común y corriente percibe como ecológicas también genera altos niveles de contaminación, ya que su cultivo requiere muchos plaguicidas y requiere grandes cantidades de agua en su procesamiento.

La “moda rápida” no solo se llama así por la velocidad en que se renuevan los diseños, sino por la poca duración que tienen las prendas, lo cual incrementa la frecuencia de compra. Un estudio reciente calcula que una prenda que es usada menos de cinco veces antes de ser descartada, produce al menos cuatro veces mas emisiones CO2 que una que se usa 50 veces y se conserva por un año.

El problema más importante es que educar al consumidor no ha funcionado porque el presupuesto de mercadeo de las marcas de la “moda rápida” es infinitamente superior a la de las campañas ambientales. No queda claro si las nuevas generaciones y los llamados “millenials”, de la misma manera que han empezado a adoptar de manera acelerada el uso de vehículos eléctricos, serán proponentes de mantener su ropa en uso por más tiempo para reducir su huella ambiental.

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