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Durante los últimos 15 años, hemos sido testigos de la confrontación entre empresas nativas digitales y compañías tradicionales (o incumbentes) en diversos sectores. Este fenómeno ha resultado particularmente visible en el comercio, donde han emergido nativos digitales como Amazon y Mercado Libre, se han marchitado algunos incumbentes como Toys “R” Us y Sears, y otros, como Walmart y Target, han logrado reinventarse y fortalecerse.
Hasta ahora, esta competencia no había sido tan evidente en el sector manufacturero, no obstante, en el último año se ha exacerbado la confrontación en torno a uno de las máquinas más fabricadas de la historia: el automóvil.
La lucha de hoy se está dando entre los vehículos nativos eléctricos (diseñados desde cero como eléctricos) y los vehículos tradicionales “electrificados”; mientras los vehículos tradicionales son en esencia un producto de la ingeniería mecánica con integraciones digitales, los vehículos eléctricos son un producto netamente digital con integraciones mecánicas. Esta sutileza conceptual se evidencia en los cambios relevantes en el diseño y manufactura que los nativos eléctricos han introducido:
La pugna por el mercado de vehículos eléctricos (EVs) no solo tiene un componente tecnológico, sino también geopolítico, dada la relevancia de esta industria en las economías nacionales. Un ejemplo de ello es la imposición en Europa de aranceles a los EVs de origen chino, con tasas de entre 17% y 36%, vigentes desde mediados de 2024, cuyos efectos comenzarán a notarse en 2025 a medida que se agoten los inventarios previos.
El caso de los EVs, es un ejemplo más de muchos que vendrán a futuro por la lucha de sectores de mercado entre empresas nativas digitales, y empresas tradicionales digitalizadas, y nos deja como reflexión que para permanecer competitivos y relevantes en el mundo digital la mejor adaptación es repensar el modelo de negocio como si fuéramos un entrante a la industria.