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Analistas 23/01/2024

Ágiles y preparados, pero no apresurados

Hamilton López
Director Centro de Emprendimiento Universidad de los Andes

Siempre hemos escuchado acerca de la importancia y el valor del tiempo en los procesos emprendedores. Se convierte en un recurso invaluable que debe aprovecharse al máximo, especialmente para competir con las dinámicas empresariales cambiantes y las tendencias de consumo aceleradas que estamos experimentando. A menudo, los emprendedores buscan abordar todo, controlar cada aspecto, realizar todas las tareas y tomar todas las decisiones, entrando en una espiral continua de actividades que puede resultar en una gestión del tiempo desastrosa.

Gestionar eficazmente el tiempo no implica realizar las tareas de manera apresurada ni tomar decisiones precipitadas para abordar las necesidades urgentes del entorno. Sin embargo, tampoco se debería prolongar indefinidamente el tomar el siguiente paso en nuestros procesos. Los emprendimientos reflejan el perfil y el carácter de sus fundadores, y para evaluar su velocidad de reacción, es crucial entender el funcionamiento del cerebro de los líderes.

Para ilustrar este fascinante proceso, recordemos los términos utilizados por los psicólogos Keith Stanovich y Richard West en sus estudios sobre los dos sistemas de la mente:

Sistema 1: opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario.

Sistema 2: se enfoca en actividades mentales más esforzadas que requieren cálculos complejos. Las operaciones del sistema 2 suelen asociarse a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse.

En otras palabras, nuestro cerebro combina la compleja relación entre un sistema que busca reflexionar sobre sus decisiones y otro que responde automáticamente a estímulos externos. Aunque nuestras decisiones pueden parecer resultado de una cuidadosa meditación, a menudo responden a impulsos automáticos y a un modo de mínimo esfuerzo, como describe Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía, en su libro “Pensar rápido, pensar despacio”.

Es importante señalar que muchas de nuestras elecciones son el resultado del automatismo de un sistema y del filtro apático del otro. Para evitar esto y permitir que el cerebro genere argumentos más allá de respuestas obvias, debemos incorporar dificultades conscientes en nuestros procesos mentales. Estos obstáculos activarán el sistema 2, llevando a reacciones y soluciones racionales y bien pensadas.

Ejercicios mentales cotidianos, como resolver sudokus, cambiar la ruta de regreso a casa, aprender un nuevo idioma o explorar temas desconocidos, contribuyen al crecimiento y la reorganización de las redes neuronales del cerebro. La clave es que el cerebro se vuelva a cablear para funcionar de manera diferente a como lo hacía previamente. Estos principios de creatividad son fundamentales para mantener un cerebro entrenado y una armoniosa relación entre los dos sistemas.

En la rutina del emprendedor, es esencial mantener ambos sistemas operando simultáneamente para acceder a todo nuestro potencial resolutivo y comprender los estímulos del entorno. Esto facilita la toma de decisiones acertadas en el tiempo adecuado. Si deseamos mejorar nuestra gestión del tiempo, determinante en muchos casos para el éxito empresarial, debemos mantener una congruencia entre nuestros dos sistemas cerebrales, que trabajan incansablemente para tomar decisiones cada vez más acertadas de manera natural y ágil.

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