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Las empresas son conjuntos de actividades organizadas con propósito económico para la producción y distribución de bienes y servicios. Su desempeño se mide con la evolución de su posición financiera: qué tiene (activos), qué debe (pasivos) y qué queda al restar lo que se debe de lo que se tiene (patrimonio). Cabe discusión sobre cómo establecer el valor de lo que se tiene: la contabilidad clásica registra los activos por lo que costaron; se anota que, en general, hay aumentos de precios, diferentes para diversas clases de activos. Más allá, el uso acertado de los activos para aumentar el patrimonio mediante la acumulación de ganancias es diferente en cada empresa: los activos valen según los ingresos netos que puedan generar hacia adelante.
Esta realidad obliga a pensar en el futuro de la firma: qué bienes y servicios venderá, a quién y a través de qué canales, contra qué competencia, con qué inversión y costos, mediante cuáles procesos y con qué organización. Es preciso examinar perspectivas políticas y económicas del país o países donde la firma opera. A continuación, procede proyectar ingresos, costos, gastos, impuestos, inversión, flujo de caja resultante, tasas de interés y remuneración para el capital según el contexto, en diversos escenarios.
Factor determinante del desempeño es el sistema de gobierno corporativo, o conjunto de reglas para tomar decisiones, en adición a las normas generales sobre asuntos fiscales, laborales y societarios.
Es importante repasar la misión de la entidad; ella orienta la construcción de conocimiento y las reglas de conducta de la firma, para construir organización. Como complemento, se debe esbozar su visión en el futuro. Se deben revisar prácticas desde la perspectiva comercial, operativa, tecnológica y administrativa, y especificar estrategias.
Las empresas suelen reconocer fundadores, cuyo sello permea a sus sucesores, pero en algún momento, por errores cuya atención exige la participación de terceros, o por aciertos cuya consecuencia es la necesidad de capital fresco, las definiciones pasan a juntas directivas y equipos de gestión profesionales, cuya selección es determinante.
La volatilidad de la tecnología en el siglo 21, las crecientes exigencias de automatización, para producir y distribuir y para procesar información, la importancia del conocimiento para atender las tareas propias del negocio y orientar la innovación, todo ello exige examinar los procesos básicos de la empresa y la selección, capacitación, evaluación y remuneración de la organización en la empresa, sea ella micro, pequeña, mediana, grande o internacional.
Los retos hoy desbordan los de épocas anteriores: la economía globalizada, con todas sus vicisitudes, amplía oportunidades, pero también aumenta riesgos y exige mejor desempeño cada día. Por ende, la revisión metódica, sistemática y periódica, con la mayor objetividad posible, es esencial en la gestión contemporánea. Los tiempos difíciles forjan administradores con visión y disciplina, líderes en gestión de cadenas de valor diestros en planeación y control. Aún las equivocaciones en planeación y ejecución pueden agregar valor si la tarea se lleva a cabo con método: no hay futuro tallado en oro, y siempre se puede enderezar la nave con timonel acertado.
La revisión integral anual de la empresa, con horizonte de al menos cinco años, es factor crítico de éxito.
El Gobierno tiene los instrumentos para afrontar los retos fiscales sin activar la cláusula. Lo que se requiere hoy es una gestión responsable y coherente que refuerce la credibilidad del marco fisca
Este debilitamiento de legitimidad democrática, sumado a polarización creciente, es terreno fértil para los liderazgos autoritarios
La normatividad asociada a la Regla Fiscal permite activar el desvío temporal del cumplimiento de las metas fiscales, en el caso de que ocurran eventos extraordinarios, o que comprometan la estabilidad macroeconómica del país