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Analistas 20/08/2022

Buscar la verdad

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Buscar la verdad es propósito vital necesario. Ella es esquiva: cada avance conlleva nuevos desafíos. A mediados de los años 30 del siglo pasado K. Popper propuso la refutación de lo precedente como fundamento del método científico. Tres décadas después T. Kuhn planteó que el avance del conocimiento se fruto de cambios en el conjunto de conceptos relevantes. Hoy, con menos optimismo, se acoge más bien lo postulado por I. Kant hace un cuarto de milenio: es imposible alcanzar el ideal del conocimiento pleno. Además los humanos no somos tan diferentes de otras especies animales como suponíamos. Se acepta que para avanzar es preciso formar equipos alrededor de tareas específicas, de manera que la recolección de datos para explicar aspectos de la realidad sea más robusta.

Las ciencias naturales no están exentas de sesgos ni de distorsiones inducidas por la aspiración protagónica de intelectos sobresalientes. El asunto es aún más complejo en las ciencias sociales, pues su realidad cambia muy rápido: las categorías pertinentes no son las mismas hoy que hace un cuarto de siglo. El embeleso con despliegues intelectuales dotados de coherencia formal pero escasos en respaldo empírico puede inducir serios errores de método.

El último siglo ha sido escenario de grandes transformaciones en la vida cotidiana de las comunidades: la población se ha quintuplicado, el alfabetismo pasó de condición minoritaria a universal, y nuevas herramientas de comunicación han facilitado el enriquecimiento del lenguaje de la mayoría de los humanos. En consecuencia, la densidad comunicativa es mucho mayor que antes, y la erosión de dogmas religiosos como fundamento de explicación es evidente.

Sin embargo, el avance no ha tenido la eficacia que habría anticipado el liberalismo clásico: por el contrario, subsiste la invocación de fuerzas de naturaleza oculta para modificar la situación de los humanos en el planeta, la inconsistencia en las premisas de quienes pretenden autoridad es evidente, y reina la confusión ante los nuevos retos políticos y ambientales de dimensiones sin precedentes, cuando es preciso evitar crisis de proporciones catastróficas.

La batalla por la supervivencia será capítulo importante en la historia que comenzó hace 70 mil años, cuando afloró el lenguaje con capacidad de reproducir pasado y hacer prospectiva. Desde entonces hay discusión sobre la realidad y sus propiedades; a veces prevalece el idealismo, según el cual lo observado es mero reflejo de ideas trascendentales e incognoscibles, y otras veces el realismo, según el cual las explicaciones de los humanos pueden acercarse a la verdad si el esfuerzo descriptivo es suficientemente preciso. Hay barreras: el lenguaje es limitado, la evidencia por interpretar nunca es total, y los mecanismos para articular percepción e interpretación son imperfectos.

Así, la física está en crisis desde hace un cuarto de siglo porque en 1998 se detectó que el universo se expande con creciente rapidez, lo cual solo se ha podido explicar bajo la premisa de que existe una forma de energía, la energía oscura, sobre la que no se sabe nada, equivaldría a tres cuartos del total de energía en este universo, y tiene características contrarias a las de la gravedad. Pese a la insuficiencia de la ciencia, es preciso perseverar en la búsqueda de la verdad, sin temor a sus consecuencias y sin que importe lo efímero de nuestras vidas.

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