.
Analistas 16/09/2023

Administrar acciones

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Muchas personas sueñan con hacer fortuna como consecuencia del aumento en el valor de inversiones en activos de diversa naturaleza: inmuebles, comercio, industria o acciones en sociedades. Las acciones son activos financieros de renta variable, cuyo valor depende de la gestión de la sociedad emisora y el desempeño de la economía de su ámbito.

Los administradores profesionales de activos financieros cobran por sus servicios y obtienen ganancias para los portafolios que administran, mediante la anticipación de cambios en la opinión de los mercados sobre su valor. El precio de activos de renta variable responde a la expectativa de flujo de caja y al rendimiento que se podría obtener al vender el activo para comprar otro.

El precio de activos de renta fija responde más a las tasas de intervención de los bancos centrales. Las empresas se financian con mezcla de ambas clases de activos: el máximo nivel de deuda financiera que no perturbe su estabilidad financiera tiende a coincidir con el máximo valor por acción de la sociedad que la ha emitido, porque el costo de capital accionario para las acciones es mayor que el costo de deuda.

Los mercados de capitales son el mecanismo establecido para la convergencia de liquidez y requerimientos. La hipótesis de mercados eficientes, acogida en su momento por economistas de la talla de E. Fama y R. Lucas, presume que las expectativas de situaciones futuras percibidas como probables se reflejan en los precios de los activos. Este supuesto es discutible: no todos los participantes, con la misma información, coinciden en criterios para interpretarla.

El capital fluye con libertad por todo el globo en busca de oportunidades, y revisa circunstancias en forma permanente. En el desempeño de las empresas y, por ende, en las decisiones hay discontinuidades por cambios en preferencias de mercado o en tecnología, y por desequilibrio entre sus procesos y su esquema de administración.

En el mundo desarrollado el crecimiento económico ocurre a tasas modestas; la valorización de las acciones depende de la innovación para ofrecer productos y servicios, y de la captura de beneficios por integración de cadenas, sea por compra de proveedores o de canales de comercialización, o por mejoras en gestión.

En contraste, los países no desarrollados ofrecerían oportunidades enormes para capturar valor si encontraran caminos que condujeran al crecimiento rápido y sostenido. La inversión extranjera directa sería decisiva para el logro del objetivo, en tanto que los ahorros del respectivo país serían complemento importante.

Los saldos de los fondos de pensiones se incrementarían porque con el crecimiento rápido y sostenido aumentaría la remuneración del trabajo y la proporción de trabajo formal. Además se fortalecerían las estrategias para la previsión social. Los recursos invertidos ganarían valor a tasas altas por tiempo prolongado para beneficio de los aportantes. La tasa de crecimiento tenderá a ser menor al acercarse ingreso promedio al de los países desarrollados.

Los mercados de capitales de los países no desarrollados son de actividad modesta; podrían dinamizarse, pero competirían con los del mundo desarrollado. Ello exige tener las mejores reglas, supervisión más eficaz, y prácticas comerciales más refinadas. Quienes los administran deberían promover la creación del contexto apropiado y prepararse para la tarea. El asunto no da espera.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA