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Analistas 17/03/2014

Precio estable

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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Un precio estable, reclaman siempre los campesinos cafeteros, acostumbrados por décadas a recibir un precio por la carga de café que les garantizaba la rentabilidad de su negocio y no los exponía bruscamente a las fluctuaciones del precio internacional.

Ese precio lo garantizó el fondo de estabilización de precios creado con enorme sabiduría, en noviembre de 1940 por el presidente Eduardo Santos, su ministro de hacienda, Carlos Lleras Restrepo y el gremio cafetero, denominado Fondo Nacional del Café. Conocían muy bien que para poblaciones campesinas funcionaba mucho mejor un sistema en el que, en las bonanzas de precio se ahorraban los excedentes para subsidiar el precio en las épocas de precios bajos. 

El precio estable fue un éxito durante 60 años, se adicionó al fondo la responsabilidad de proveer bienes públicos a los productores, sus familias y las regiones, modelo imitado por muchos países. Nadie puede negar lo que significó para el desarrollo económico y social del país en el siglo XX. Colombia introdujo la Parafiscalidad en la constitución de 1991, y la desarrolló con la ley 101 del 93, ante el clamor de los demás gremios agropecuarios por obtener un instrumento jurídico que les permitiera copiar el modelo cafetero.

En la década del 90, en la depresión de precios posterior al rompimiento del pacto en 1989, se subsidió el precio más de lo que daban las cuentas, hasta que se terminó la reserva de estabilización. En  2001, Juan Manuel Santos como ministro de Hacienda creó el AGC (Ayuda Gubernamental a la Caficultura) para auxiliar a los productores cuando el precio internacional rondaba los US$0,40 la libra.

En el año 2002, en la ley 788,  restableció la contribución cafetera en US$0,06 pero sólo para garantizar los bienes públicos cafeteros.

En el año 2010, cuando asumió Juan Manuel Santos, propuso que se estableciera una nueva contribución aprovechando la bonanza de precios y atendiendo su preocupación como experto cafetero que es, de una posterior destorcida de precios, proveyendo recursos para un fondo de estabilización  y garantizar con el ahorro un precio estable más adelante. Premonitorio el Jefe de Estado, pero no contó con el respaldo decidido del gremio y sí con la oposición  de los exportadores y de los grandes productores, que como capitalistas que son, manifestaron que solo ellos manejarían sus excedentes, dejando a un lado el espíritu de solidaridad que hizo imitable el modelo cafetero.

La propuesta que se diseñó con el Presidente, consistía en una contribución de 5% por libra exportada, que se cobraría cuando el precio superara los US$0,60 la libra y estuviera en la franja hasta US$1,50, para proveer los bienes públicos cafeteros. Por encima de esa cifra, ese 5% se destinaba a un fondo de estabilización, con el fin de sustentar el precio interno en la destorcida. 

La realidad en los 43 meses transcurridos entre agosto del 2010 y la fecha, es que el precio promedio registrado es de US$2,11 y solo 8 meses ha estado por debajo de US$1,50. El precio interno por debajo de $600.000 carga, punto de equilibrio del productor más ineficiente, y rentabilidad modesta del más productivo, ha estado 16 de los 43 meses, periodo en el que precio lo habría tenido que igualar el fondo de estabilización.

Con esos recursos y los ahorros del Fondo Nacional del Café se podría haber solventado la crisis, sin necesidad de convertirnos en un gremio de menesterosos, ahorrando al país paros y evitando la mal querencia de la sociedad colombiana.

Ahora, cuando se presenta una nueva bonanza de precios y el dólar ayuda a obtener un buen precio interno, es el momento para que el presidente Santos, al iniciar su nuevo mandato, y su vicepresidente Germán Vargas, en homenaje a su tío abuelo Eduardo Santos y a su abuelo Carlos Lleras Restrepo, respectivamente, utilicen todo su poder político para restablecer el fondo de estabilización y vencer la fuerza de los grandes cafeteros que se oponen a este ahorro. 

Dignidad Cafetera, como lo advertí en el artículo anterior, no obtuvo los votos de los productores para llegar al Congreso.

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