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El denominado Plan de Acción Solidario supuestamente para salvar unas cooperativas de caficultores, fue una inteligente jugada contable muy bien diseñada por el gerente de la Federación de Cafeteros, para limpiar la enorme pérdida que registró el Fondo Nacional del Café, cuando cerró las posiciones de bolsa que correspondían a los contratos de venta a futuro, incumplidos por cooperativas con gerentes irresponsables y algunos cafeteros codiciosos, que terminaron tumbando impunemente a la institución que dicen amar.
El Fondo Nacional del Café mantenía la expectativa de recuperar US$119,5 millones de las cooperativas que lo habían defraudado, sin embargo, el vocero Santiago Pardo Ramírez en el diario El Tiempo explicó que, eran US$82 millones, de todas maneras, mucho dinero. Agregó, en su didáctica columna, que el compromiso era a US$1,30 y que el café subió hasta US$4,20 el día del PAS, pero que el Fondo había cerrado los contratos en la bolsa en diciembre a US$3,30.
La solución, según lo explicó es que, las cooperativas lo compren a precio de mercado y lo entreguen a US$1,30, de suerte que el Fondo recupere totalmente la pérdida contable registrada a diciembre de 2024. Las cooperativas quedarían con un faltante de US$2,40 por libra, que se enjugaría con un sobreprecio de US$1,10, por la mejor cotización del café en días recientes, y por la aplicación de un nuevo capítulo del programa Coseche y cumpla. Quedando un faltante de US$1,30 por libra, financiado directamente por la Fedecafé con un crédito entre 10 y 20 años.
El PAS explicado en pesos significa que las cooperativas entregan a US$1.061.000 carga y compran a $$3.154.000 y la diferencia la pagan con $600.000, que les regalan de un programa denominado “Coseche y Cumpla”, $594.000 de sobreprecio del contrato C, y $899.000 que les presta la Federación.
En conclusión, a los que tumbaron al Fondo del Café, les están regalando $315.744 millones del Fondo y prestando del gremio $237.336 millones. Esa es la responsabilidad que están asumiendo primero que todo el gerente, como representante legal, y los miembros del Comité Directivo, aprobando una amnistía inequitativa, favoreciendo a los que no han querido cumplir y a los gerentes, que aún ejercen. Ni hablar de los que se endeudaron para cumplir, que de pronto ahora con todo derecho van a reclamar.
Pero lo increíble fue que, en septiembre de 2023, cuando la carga se puso a $1.285.000, muchos cafeteros pagaron la pequeña diferencia de un poco más de $100.000 carga y cumplieron la obligación. Personas sin el sofisticado conocimiento de los técnicos de la federación, que entendieron intuitivamente que era la oportunidad de arreglar el problema. En aquel entonces lo que hoy está costando $550.000 millones, le hubiera significado al Fondo del Café tan solo $40.000 millones.
La única explicación es que el gerente era un novato, que, advertido del problema, no le paró bolas, y después se le iba volviendo inmanejable. Le sucedió a Adán que por fin se comió la manzana, pero cara.
Debo recalcar que él no generó el problema, pero tenía la obligación de resolverlo. Los funcionarios que irresponsablemente lo aprobaron y ejecutaron, sin restricciones por productor ni por cooperativa, son los responsables de esta pérdida, y de la muerte del instrumento más valioso de la caficultura, después de la garantía de compra.