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Analistas 25/02/2013

Los pequeños defienden a los grandes

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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Al terminar la bonanza cafetera de 1975, un médico amigo a quien le ofrecían una finca de café, fue a consultar al ex ministro y líder cafetero Hernán Jaramillo Ocampo sobre su decisión, y este respondió: “cómprela mijo, que en un negocio en el que hay tanto pobre que lo defiende a uno, hay que estar”. 

 
La recomendación del estadista ha sido la premisa sobre la que han trabajado por décadas los grandes cafeteros. En la actualidad solo existen 2.000 productores de más de 20 hectáreas y solo 500 de más de 50, de los 550.000 registrados y 400.000 celulados. 
 
Cuando el Fondo Nacional del Café era de estabilización del precio, garantizaba un monto fijo, porque ahorraba los excedentes cuando ese estaba alto, para mantener el mismo precio interno cuando el internacional caía. En ese escenario el valor de la carga era un precio político, por la presión que ejercían los grandes productores sobre las autoridades cafeteras; apoyados en las necesidades de los campesinos  se aumentaba el precio interno, que no era un reflejo del de mercado. De esta manera se generaban utilidades para los grandes productores. El precio se discutía  en  el Comité Nacional de Cafeteros, y el gobierno accedía con el mayor juicio, como vigía de los recursos, teniendo en cuenta que finalmente lo que se distribuía era el dinero ahorrado por los mismos cafeteros.
 
Al romperse el acuerdo internacional en 1989 y después de diez años de mantener un precio artificial, se agotaron los ahorros para mantener ese precio político en la condición de fondo de estabilización y, en el año 2000, se tomó la decisión de transferir el precio internacional al cafetero, minuto a minuto, desde que se abre la Bolsa de Nueva York, cada mañana. De esta manera los cultivadores capturan todo el precio. En un gran acuerdo nacional cafetero, celebrado con bombos y platillos por los grandes productores, argumentaban que ellos ahorrarían por su propia cuenta y que no necesitaban que el Fondo Nacional del Café lo hiciera por ellos, olvidando que en todo mercado, el precio sube y baja.
 
Pero, retomando el planteamiento inicial, los cafeteros empresariales requieren generar excedentes para hacer viable su empresa, mientras los campesinos con un precio como el actual, se auto remuneran, se amarran el cinturón pero sobreviven el ciclo bajo, con grandes sacrificios, pero con una vocación de largo plazo y un arraigo por el café y sus instituciones que es ejemplar. El paro lo organizaron y patrocinaron los  grandes productores, pues la mayoría de los pequeños productores permanecieron en sus fincas trabajando de manera habitual, pero los líderes de los departamentos con predominancia del mini fundió  terminaron aliados a los grandes.
 
Ahora, para conseguir  un precio que no sea el de mercado, se han aliado con los políticos para presionar al gobierno y obtener los recursos de las finanzas de la Nación. Los congresistas, encuentran una oportunidad de generar votos en ese oficio de tramitar necesidades y  gestionar recursos públicos. 
 
En este escenario, al Polo Democrático que tradicionalmente ha tenido interés en el café,  se le ha sumado el Uribismo con electorado en las zonas cafeteras, y los dos sectores de oposición al gobierno han terminado unidos. Quien se iba a imaginar a Uribe y a Robledo bailando juntos, pisoteando en la pista de café?
 
Los líderes cafeteros contradictores tradicionales del gremio, que nunca participan en las elecciones democráticas de la Federación, pero con audiencia en momentos de dificultad, y que, siempre quieren “partirle el espinazo” a la institución, por fuera de la democracia cafetera, terminaron aliados con los políticos que tienen más interés en obtener dividendos electorales. Otros líderes cafeteros ayudan camuflados y otros con su silencio. 
 
Finalmente por acción u omisión todos acabaron en la misma causa sin medir el costo que para el futuro va a significar que los cafeteros se conviertan en presa electoral, cuando constituían un sector económico que todos respetaban y nadie consideraba penetrable por la política partidista.
 
Finalmente no se ha dado un debate al pliego de peticiones del paro, que solo tiene como punto fundamental el precio. Según los líderes cafeteros en  cada  hectárea el costo de producción ha aumentado de  $600.000 a $850.000. Para que esta discusión sea seria, lo fundamental es conocer el verdadero  el costo de producción, pues hoy no se conoce cuál es el objetivo.  

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