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Analistas 25/01/2022

Felicidad cafetera

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

El año que terminó definitivamente es de felicidad y bonanza para los cafeteros, palabras proscritas por los dirigentes cafeteros, por cuanto deslegitima su próximo chillido. El ingreso cafetero aumentó a $10.8 billones, con la perspectiva de que 2022 supere en 30 %, al poder disfrutar plenamente el alto precio.

La cifra nominalmente es alta, pero en términos reales, muy inferior a los buenos años; sin embargo, reporta un ingreso extraordinario para disfrutar y ahorrar para las épocas de vacas flacas, que seguramente vendrán a partir del año entrante, cuando en Brasil entren en producción más de 400.000 hectáreas de café que hoy están en etapa improductiva.

Pero, -como no hay felicidad completa- la producción se disminuyó 9 %, llegando a 12.6 millones de sacos, algo natural si consideramos el régimen de lluvias que padecimos el año pasado, pero nada grave y, nunca para ser usado como justificación para los productores -que dominados por la codicia- no han querido entregar el café vendido para entrega futura.

Precisamente hace falta que la Federación, como administradora del Fondo Nacional del Café, publique las cifras reales de los contratos incumplidos, por cuanto la única cifra que se conoce corresponde a la imprudente declaración mediática de un miembro del Comité Nacional, que reveló cómo de 65 millones de kilos solo se entregaron 15. En consecuencia, serían 50 millones de kilos que le corresponde honrar al Fondo Nacional del Café ante el mercado internacional. Esto puede ocasionar un déficit de unos $450.000 millones, que no se subsana simplemente prorrogando las entregas.

Los cafeteros hoy deberían estar volcados a asegurar el precio actual para entrega futura, teniendo en cuenta que puede venir el descenso del precio internacional y, si del proceso electoral salimos bien librados, el precio del dólar puede bajar con el petróleo en máximos históricos.

Gran inquietud existe con relación a las cifras de exportación prácticamente igual a la producción, por lo tanto, el consumo interno que, aumentó a 2.2 kilos per cápita, se tuvo que atender con importaciones, por los bajos inventarios. Pero si las cifras no coinciden, significa que tienen razón aquellos que sostienen que a Colombia está entrando mucho café de contrabando -para mezclarlo con el nuestro y exportarlo con el valor de Café de Colombia-. Vale la pena que la Federación aclare de una vez por todas este chisme de pasillo que todos los días tiene más fuerza.

Lo que la sociedad colombiana no puede admitir es que, en las elecciones que se avecinan, los candidatos al Congreso de la República se apoderen de los quejidos cafeteros y presionen al gobierno a otorgar subsidios a los fertilizantes y refinanciar deudas, atendiendo el mismo discurso de siempre de los productores a cuanto aspirante se atraviesa por las regiones.

Por su parte, la Federación tiene un reto mayor: las elecciones cafeteras. Para reelegirse, los dirigentes tendrán que exponer a las comunidades el buen estado del bolsillo de los cafeteros, no podrán decir lo contrario. Tendrán como enemigos a los 5.000 productores -medianos y grandes- pidiendo renuncias, que han incumplido los contratos de entrega, y pregonan que fue una lesión enorme la venta para entrega a futuro, cuando esa es la forma de no especular y asegurar el ingreso.

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