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Analistas 12/08/2013

Déficit de mano de obra

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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La crisis de precios del café que ha venido siendo solventada por el Gobierno Nacional con el subsidio a los cafeteros, nos puede impedir ver el horizonte de la caficultura, principalmente el de la mano de obra que nada tiene que ver con el precio internacional del grano.
 
El mayor desafío que enfrenta hoy el cultivo del café en el país es definitivamente la posibilidad de garantizar la mano de obra, dado que ésta ya no es abundante y el cultivo ya no es la solución al empleo nacional, como cuando la mitad de la población nacional habitaba en el campo. Gracias al café, las zonas colonizadas han prosperado de tal manera que familias numerosas que autoabastecían la mano de obra, en dos generaciones han progresado gracias a la denominada “civilización cafetera”, hoy cuentan con un nivel de educación superior al de sus padres, y han migrado a las ciudades para convertirse en habitantes urbanos.
 
El mayor orgullo de un padre cafetero ha sido precisamente educar a su hijo para que progrese y busque otros horizontes, lo que va en contravía de la autosuficiencia de mano de obra. Esta situación fue anunciada por Junguito y Pizano en su libro “Producción de Café en Colombia” (1991) en el que pronosticaban cómo el centro del país, por la escasez en la mano de obra tendría costos muchos más altos que el sur.
 
En 1985 la población de Caldas, Quindío y Risaralda sumaba 1.944.000 habitantes mientras que la de Huila, Cauca y Nariño se acercaba a 2.812.000. Hoy el denominado “Nuevo eje”  cuenta con 4.228.000 habitantes, de los cuales el 51% vive en el campo. En Caldas, Quindío y Risaralda solo 22% de sus pobladores se ubica en la zona rural, lo que significa que cuentan con alrededor de 560.000 campesinos, mientras en Huila, Cauca y Nariño habitan 2.494.000 personas en el campo.
 
Por lo tanto, debemos aceptar que el café en los departamentos tradicionales constituye un problema a resolver, mientras que en los nuevos departamentos es una fuente de progreso y bienestar, que produce fenómenos parecidos a los del Eje Cafetero tradicional de hace 80 años. Un ejemplo es Pitalito, actualmente primer productor de café de Colombia, que pasó su población rural de 25.000 a 50.000 personas, entre tanto Chinchiná disminuyó de 10.000 a 5.000 habitantes.
 
La producción de café es un instrumento para combatir la pobreza, para generar trabajo y para que una sociedad se transforme, pero al mismo tiempo se puede concluir que no depender del café es un signo de progreso y no una desgracia; en este caso la nostalgia de ese próspero pasado, es una mala consejera para la dirigencia de las zonas cafeteras tradicionales.
 
El gran reto que se enfrenta es no contar con población trashumante para recolectar las cosechas, y además la mano de obra de la región busca trabajo estable, como es natural, frente al empleo temporal que ofrece el café.
 
Adicionalmente la principal fuente de recolectores en décadas pasadas en departamentos como Antioquia, Valle y Eje Cafetero ha sido el sur del País, que hoy ya ocupa su propia gente, muchos de ellos con su pequeño cultivo de café. Para los medianos y grandes cafeteros enfrentar el alto costo de recolección se convierte en el mayor desafío, viendo amenazado su negocio por un factor verdaderamente estructural.
 
De otro lado, esa migración ha hecho que en los pequeños cultivos, explotados por su propietario, al no contar ya con los hijos, y  50% con una edad por encima de los 55 años, se convierta en una amenaza adicional, por cuanto ese hombre cafetero pierde la energía para trabajar la tierra y terminan deteriorándose el productor y el cultivo, entrando en el círculo vicioso de la pobreza, al no contar con mano de obra joven que trabaje esa tierra, mientras el anciano se deteriora.
 
En síntesis, el café seguirá siendo para colonizar nuevas regiones, para gente joven en nuevas tierras. Ya no será generador de empleo sino de trabajo, la escasez de mano de obra genera unos costos que no los soportan las empresas cafeteras, y mientras los campesinos encuentren otro trabajo permanente no querrán ser cosecheros y la mejor opción será trabajar su propio predio.

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