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Como en la emblemática canción de Juan Luis Guerra “Las Avispas”, que evoca un zumbido inquietante en el ambiente, en el sector minero y energético de Colombia se ha generado un revuelo con la reciente convocatoria “Incentivos a la Producción”, impulsada por el Ministerio de Minas y Energía junto al Sistema General de Regalías. Mediante la Resolución 40343, se abre una convocatoria pública y competitiva para la presentación de proyectos de inversión en dos áreas principales: energía eléctrica y minería. En esta columna, nos enfocaremos en esta última, que contempla tres tipologías fundamentales para fortalecer el sector minero nacional.
La primera tipología se dirige a la construcción, ampliación y equipamiento de centros de desarrollo minero, con el propósito de mejorar la prestación de servicios y fomentar la actividad minera. La segunda, comprende centros de entrenamiento especializados en seguridad y salvamento minero, así como trabajo en alturas y espacios confinados, áreas vitales para la prevención de riesgos y la protección de los trabajadores.
Finalmente, la tercera tipología apunta a la creación de centros de infraestructura tecnológica destinados al fortalecimiento de habilidades y competencias en la población minera.
Este llamado representa una oportunidad de oro para los más de 200 municipios que pueden acceder a la convocatoria, pues abre la puerta para formalizar y elevar la calidad de los procesos mineros en sus territorios. Aunque los recursos asignados a este proceso no son cuantiosos, su importancia radica en que permiten ir más allá del simple recaudo de impuestos, contraprestaciones y regalías. Se trata de impulsar el mejoramiento estructural y sostenible de la actividad minera, con miras a un desarrollo social y económico mucho más justo y equilibrado.
Una de las grandes fortalezas de esta iniciativa es la posibilidad de convergencia entre la institucionalidad minera, las alcaldías municipales, los mineros en proceso de formalización y la academia. Solo a través del trabajo conjunto se pueden construir puentes sólidos que conduzcan a una evolución sustancial en la sostenibilidad del sector. Es alentador observar que las empresas con títulos legales ya consolidados están dispuestas a fortalecer la relación con los mineros en formalización, generando un ambiente propicio para compartir conocimientos y recursos.
Resulta particularmente gratificante ver cómo los mineros en proceso de formalización adoptan en su día a día conceptos técnicos y económicos como capex (gastos de capital), opex (gastos operativos), parafiscales y exploración geológica. Esta apropiación del lenguaje empresarial y técnico es un indicador claro de que el modelo de formalización minera está dando frutos y puede ser un motor para el desarrollo sostenible.
Por último, y no menos importante, la academia juega un rol estratégico en esta ecuación. Los grupos de investigación en diversas disciplinas pueden convertirse en un pilar fundamental que brinda soporte técnico y científico a los procesos impulsados desde los otros tres ejes. De esta manera, se garantiza que las iniciativas estén sustentadas en conocimiento riguroso, innovación y mejores prácticas, lo que redunda en un beneficio de largo plazo para las comunidades y el país.
En conclusión, la convocatoria de “Incentivos a la Producción” no es solo un llamado a presentar proyectos, sino una oportunidad real para transformar el sector minero colombiano. La participación activa, colaborativa y técnica de todos los actores involucrados puede conducir a una minería más formal, segura, tecnológica y socialmente responsable. Es momento de aprovechar este impulso para construir un futuro más brillante para las regiones mineras y para Colombia en su conjunto.