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Analistas 05/07/2025

Colombia minera: entre la urgencia y la visión estratégica

Giovanni Franco Sepúlveda
Ph.D. Profesor Universidad Nacional de Colombia

La reflexión sobre la Colombia minera plantea una hoja de ruta crítica para el sector, donde convergen desafíos geopolíticos, tecnológicos y sociales. Este análisis traza un diagnóstico implacable y propone soluciones concretas para transformar la alta probabilidad de encontrar recursos en nuestro subsuelo en convergencia en desarrollo sostenible. Cimientos geológicos y alianzas estratégicas. Reindustrialización como ese eslabón perdido. Oportunidad dorada en la formalización. Soberanía alimentaria y mineral. Antídoto contra la ideología, entre otros, son elementos imprescindibles y prioritarios para tener esa visión urgente y estratégica.

El primer eje exige superar la retórica del “potencial minero” mediante alianzas con servicios geológicos de potencias como China, Estados Unidos o Reino Unido. Colombia requiere un modelo robusto de exploración que cuantifique reservas reales, no hipotéticas (pasar de hablar de recursos a reservas minerales). Esta base científica permitiría transitar de la especulación a proyectos concretos, atrayendo inversión responsable y evitando la dependencia de importaciones de insumos estratégicos como fertilizantes.

Al mismo tiempo, la paradoja de la transición energética colombiana resulta alarmante: importamos baterías y paneles fabricados con minerales latinoamericanos procesados en el extranjero. Se evidencia la desconexión entre nuestra riqueza mineral y la capacidad industrial. La Colombia minera exige políticas que fomenten plantas procesadoras locales, convirtiendo el litio, cobre y tierras raras en productos terminados. Solo así la transición energética generará empleo y valor agregado, no solo extracción.

Con precios internacionales del oro en niveles históricos, Colombia desperdicia una ventana crítica. La propuesta es clara: articular mineros artesanales, empresas medianas y grandes operadores en mesas de trabajo con el gobierno. El objetivo es diseñar rutas de formalización ágiles que combatan la ilegalidad e informalidad sin asfixiar la pequeña minería, garantizando trazabilidad y estándares ambientales que permitan un modelo gana-gana para todas las partes involucradas.

Adicionalmente, la inexistencia de proyectos para sustituir importaciones de fertilizantes. Ante la volatilidad de mercados como Rusia y Ucrania, identificar yacimientos de fosfatos o potasio se vuelve cuestión de seguridad nacional. La minería bien gestionada podría blindar la producción agrícola y reducir la vulnerabilidad alimentaria, lo que nos llevaría a tener una soberanía alimentaria y mineral de características estrechamente vinculadas y estratégicas.

El análisis concluye con una advertencia: los avances requieren superar activismos ideológicos que satanizan la minería por principio. El llamado es a priorizar los intereses nacionales a largo plazo sobre las batallas coyunturales. Esto implica diálogos regionales con comunidades, estudios de impacto rigurosos y distribución equitativa de beneficios, donde la minería se integre a cadenas productivas locales.

La Colombia minera, no es solo una metáfora logística: es el tramo decisivo donde Colombia debe elegir entre el extractivismo del siglo XX o un modelo donde minerales y desarrollo sean sinónimos. Esto exige menos consignas y más ingeniería institucional, menos ideología y más pragmatismo con visión de Estado.

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