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Tribuna Empresarial 02/09/2025

Estamos cumpliendo: la ruta para 100 años

Germán Bahamón
Presidente de la Federación Colombiana de Cafeteros
GERMAN BAHAMON

Estamos cumpliendo. La transformación que emprendimos en la Federación Nacional de Cafeteros, FNC, asegura productividad, generación de valor y sostenibilidad, para que Colombia siga liderando el café de calidad en el mundo.

El café colombiano se construyó honrando un legado y mirando hacia adelante. Siempre existirán voces aferradas al pasado, que critican sin proponer y reclaman la única verdad. Nuestro deber institucional es escucharlas con respeto, pero avanzar con hechos, con resultados y con visión de futuro. La verdadera lealtad al Café de Colombia está en evolucionar, adaptarnos y proyectarnos al mundo con austeridad, eficiencia y resultados. Ese es el espíritu del plan estratégico que nos permitirá construir 100 años más de caficultura.

La transformación comienza en la finca. Estamos reconfigurando la arquitectura del cultivo para bajar los costos, elevar la productividad por área y abrirle la puerta a la tecnología. Promovemos plantación en setos, mayor densidad entre plantas y más apertura entre calles, junto con terrazas agrícolas donde sean necesarias. Estas prácticas mejoran la retención de agua y nutrientes, controlan la erosión y mejoran condiciones laborales, racionalizando además la necesidad de insumos. A esto se suma el lanzamiento por parte de Cenicafé de nuevas variedades: más productivas, resistentes y, sobre todo, con mayor calidad diferenciada en taza.

El modelo de compra de café en cereza, tras un escepticismo natural, ya se entiende y avanza por una ruta sin retorno: alinea incentivos, profesionaliza el beneficio y acerca al productor a mercados que pagan por calidad replicable. Sobre ese cimiento, el nuevo modelo de centrales de transformación y beneficio que impulsa la FNC tiene un objetivo sustancial: garantizar mayor consistencia en la taza y elevar la calidad del Café de Colombia, reafirmando el sello que nos distingue. La centralización del beneficio y el control de los procesos poscosecha estandarizan prácticas, reducen la variabilidad y aseguran que cada grano exprese lo mejor de su origen.

La búsqueda de esta calidad superior genera impactos claros. En lo económico, un café más consistente y de mayor valor abre mejores precios, reduce costos unitarios en finca y habilita diferenciación y marcas regionales. En lo social, fortalece la asociatividad y el trabajo cooperativo, crea infraestructura compartida, dignifica el oficio y distribuye mejor los beneficios. En lo ambiental, habilita el aprovechamiento de subproductos y la economía circular -transformando residuos en biofertilizantes, energía y nuevos productos-, reduciendo la huella del proceso. De hecho, la economía circular llegará de manera plena si y solo si se consolida la compra en cereza: es el punto de partida para capturar valor de la biomasa. Referentes internacionales destacan que los residuos del café, a menudo vistos como desecho, pueden convertirse en nuevas fuentes de ingreso, empleo y mejores prácticas, con volúmenes globales cercanos a decenas de millones de toneladas al año. El rumbo está trazado.

Proteger el sistema cooperativo cafetero ha sido esencial. Gracias a la fortaleza patrimonial de la FNC, el sistema está vivo y salvaguardamos la garantía de compra. Cuando lanzamos el Plan de Salvamento del Sistema Cooperativo, PAS, no faltaron agoreros deseando el fracaso. Hoy, con humildad y orgullo, podemos decir que el plan fue un éxito rotundo: el trabajo serio, técnico y comprometido siempre derrota los malos augurios.

La industrialización en las regiones acelera la captura de valor. Ya tenemos tres centros de industrialización regionales con inversión propia, que acompañan al caficultor en el tránsito - de la mano de su Federación- desde la transformación hasta el producto terminado, y refuerzan nuestra misión histórica de transferencia de conocimiento, ahora también en el frente industrial. Además, gracias a la reinversión de utilidades, en noviembre abriremos el primero de tres centros de almacenamiento con control de temperatura y humedad, para preservar atributos físicos y sensoriales y responder con logística moderna a clientes exigentes.

En exportaciones, avanzamos en tostado en origen y en conexión directa productor-cliente. En octubre lanzaremos Cafenlace, la plataforma de servicios de exportación que conecta al caficultor con compradores en el exterior. En un contexto de incertidumbre por la eliminación en EE.UU. de la exención de minimis de US$800, la FNC va un paso adelante con la mejor solución para exportar desde todos los departamentos, mientras crece anualmente la proporción de café 100% colombiano transformado en origen.

Nuestro relacionamiento comercial se ha profundizado bajo el entendimiento fino del consumidor de especialidad. Fuimos el primer país en firmar con la Specialty Coffee Association para trazar una ruta común: la calidad como atributo innegociable. Nuestra marca hoy no solo patrocina equipos deportivos ni está en eventos multitudinarios; con la nueva visión de Craft Coffees abre puertas para cerrar la brecha del puerto a la alacena, conectando origen con consumo a través de perfil sensorial, trazabilidad y narrativa de territorio.

Todo esto reposa sobre una fortaleza institucional única: la parafiscalidad cafetera. Este instrumento, administrado por la FNC desde hace más de seis décadas, ha financiado bienes públicos esenciales -investigación, asistencia técnica, garantía de compra y promoción internacional- y es un ejemplo de gobernanza gremial al servicio de 560.000 familias cafeteras. Cuidarla y modernizarla es salvaguardar el ADN del Café de Colombia.

Finalmente, el foco. Como recordaba Steve Jobs, el foco verdadero es decir “no” a muchas buenas ideas para decir “sí” a las pocas que cambian el juego. La historia empresarial muestra los riesgos de confundir crecimiento con dispersión. Para nosotros la lección es inequívoca: Café de Colombia es la marca más valiosa del mundo del café y debemos protegerla con foco absoluto en lo que nos hace grandes: la calidad. Si cuidamos la calidad y la experiencia, cuidamos la marca. Y si cuidamos la marca, cuidamos el futuro de todos los caficultores.

Estamos cumpliendo. Con productividad en finca, consistencia en taza, industrialización regional, comercio inteligente y una institucionalidad sólida, Colombia no solo preserva su liderazgo: está construyendo los próximos 100 años del café.

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