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Analistas 27/10/2022

Purgas chinas

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

La frase una imagen vale más que mil palabras -aunque trillada- en el caso del cierre del XX Congreso del Partido Comunista de China, ha simbolizado, en medio de una transmisión en directo, la purga de Hu Jintao quien fue presidente de 2003 a 2013. Jintao, sentado al lado izquierdo del actual presidente Xi Jinping, por medio de dos ordenanzas y pese a su resistencia, fue obligado a levantarse y a salir del Palacio del Pueblo, mientras Jinping se mantenía impávido con la clara intención de ignorar el suceso.

Este acto parece ser el corolario de las críticas que el actual presidente lanzó contra su antecesor en la apertura del Congreso “había dentro del partido una falta de entendimiento claro, falta de medidas efectivas y una tendencia a la debilidad. La burocracia, el hedonismo y la extravagancia persistía en muchos lugares y departamentos”, incluso alcanzó a decir que “se encontraron casos chocantes de corrupción”, que “el crecimiento no estaba equilibrado ni era sostenible ni coordinado”, y que algunas personas “ni siquiera tenían fe en el sistema socialista”.

Los gestos son claros, crisis en el Partido Comunista Chino (PCCh), que se supera con una demostración de poder en cuatro pasos: primero, purgar al antecesor y cercanos a este; segundo, elegir nuevo Comité Central, que renovará el Politburó y el Comité Permanente del PCCh; tercero, ajustar los estatutos del PCCh para que el presidente de turno pueda urgir a la militancia a “comprender a fondo” el significado “decisivo” de su posición como “núcleo del Partido” y a “aplicarlo en todos los aspectos”. Y, por último, renovar la Comisión Central de Inspección y Disciplina, que en cinco años alcanzó a investigar 4,65 millones de casos de corrupción.

Así, el XX Congreso del PCCh rompe la estructura menos rígida que había montado Deng Xiaoping, y también la posibilidad de que cada 10 años se elija un nuevo secretario general. Esto último era un límite constitucional que en 2018 se eliminó para darle a Xi Jinping la oportunidad de continuar como jefe del Partido en un tercer período y, por qué no, otros más teniendo en cuenta que Jinping de 69 años y sus protegidos, también burlaron la norma del límite de edad que establece que altos funcionarios con 68 años o más en el momento del Congreso del Partido se jubilan.

Así, el actual presidente chino, al estilo de Mao Zedong, ya tiene el poder absoluto en el Partido, en el Ejército y lo pretende sobre la sociedad. Con un estilo muy particular de moverse, tranquilo, afable, gana el apelativo de “abuelo Xi” y por lo que significaron las posturas reformistas de su padre, que llegó a ser viceprimer ministro, no se esperaba que en la presidencia le diera al Partido y a China este giro autoritario.

En una década en el poder, el país percibe a Jinping como el líder fuerte que se necesita para hacer frente a las turbulencias internas y externas, y lo más peligroso, si él se lo cree, capaz de cumplir con todas las expectativas y ambiciones. Entiende que la modernización del país no habrá sido completada sin resolver el problema de Taiwán, de ahí que se resista a que sea dejado de generación en generación. Apuesta por una reunificación a más tardar en 2049, año en que se cumple el primer siglo de la proclamación de la República Popular de China, de donde surgen las preguntas ¿cómo y si es con él en el gobierno?

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