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Analistas 14/10/2021

¿Jaque o ahogado?

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

Hace una semana -de forma exagerada- la prensa destacó que el fallo del Tribunal Constitucional polaco, que dictaminó la inconstitucionalidad de varios artículos de los tratados constitutivos de la Unión Europea (UE), entre ellos el referido al principio de primacía de las normas comunitarias sobre el derecho nacional, era un jaque difícil de contrarrestar para la UE. Sin embargo, desde una perspectiva jurídica, esto no es así, sino que equivaldría -en términos ajedrecísticos- a la figura del ahogado, donde -curiosamente- el que no puede realizar jugadas legales es el que lo propició (Polonia).

Diga lo que diga cualquier tribunal constitucional de un país de la UE, el derecho comunitario prima sobre el derecho nacional, y la efectividad del sistema jurídico europeo no se verá amenazada. Primero, porque las obligaciones internacionales, previstas en los tratados constitutivos de la UE, siguen existiendo; segundo, porque en caso de conflicto entre el derecho comunitario y una norma interna, esta última es inaplicable sin necesidad de que un órgano jurisdiccional interno lo decrete (asunto Simmenthal, 106/77).

De hecho, por el incumplimiento derivado de la sentencia del Constitucional polaco, los posibles movimientos legales están del lado de la UE. No obstante, y como lo recuerda Guillermo Íñiguez en un reciente artículo en El País, desde la paradigmática sentencia Costa/ENEL (asunto 6/64), nunca -de forma tan evidente y abierta- se había desestimado una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE, y menos con el fin de no dar aplicación al principio de primacía, pilar esencial del orden jurídico europeo.

En 2012, la Corte Constitucional checa ignoró la sentencia Landtová en un asunto relativo al sistema de seguridad social y, el año pasado, el Tribunal Constitucional alemán hizo lo propio con la sentencia Weiss acusando al Banco Central Europeo de haber sobrepasado sus competencias aprobando el programa de compra de deuda soberana.

Desde una perspectiva política, tampoco tiene mucho juego el Gobierno de Morawiecki, como dice Íñiguez, en el septenio presupuestal que finalizó en 2020, fue el país más beneficiado por los fondos estructurales y de recuperación, fondos que dependen del mecanismo de condicionalidad de la UE que le permite suspenderlos o restringirlos, de forma proporcional a la naturaleza, la gravedad y el alcance de las infracciones al régimen comunitario.

La Comisión Europea, con ocasión de los retrocesos democráticos, el no acatamiento de sentencias del Tribunal de la UE y la falta de independencia del poder judicial -en el último lustro- ha bloqueado al ejecutivo de Varsovia €36.000 millones euros de los cuales €23.900 serían a fondo perdido. ¿Será que Mateusz Morawiecki sigue apostando a un país polarizado? Él representa a los conservadores, católicos que quieren una Polonia cerrada y rural que, con el argumento de una UE enemiga, vencieron por un estrecho margen en las elecciones pasadas, frente a los que anhelan una Polonia liberal, europeísta, educada y urbana.

Si se guía por el Eurobarómetro, sabe que hoy los polacos confían más en la UE (49%) que en su Gobierno (37%), que son más europeístas, superando en nueve puntos la media europea (81%), y la imagen positiva que tienen de la Unión asciende al 53%, respecto de los que la desaprueban con el 39%. ¿Pulso o fanfarroneo?

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