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Analistas 11/02/2025

Cuando la huelga se asoma por la tele

Edwin Palma Egea
Analista
Edwin Palma

“Yo soy Betty, la Fea” o “Los Simpson” han logrado récord histórico de audiencia en los Estados Unidos, en Colombia y globalmente. Y para estas dos teraproducciones mainstream en las temporadas emitidas en 2024 sus libretistas decidieron escarbar en la vida laboral de sus protagonistas, llevarlas a sindicalizarse, con toda razón, e ir a la huelga.

También en Netflix apareció la huelga en la trepidante “Respira” y también en esa plataforma veremos al final de 2025 o comienzos de 2026, la Huelga de las Bananeras. En la serie la producirán como la narró García Márquez en Cien Años de Soledad, pero no olvidemos que la huelga de la novela está basada en hechos reales.

Pocas veces los conflictos laborales colectivos aparecen en producciones para TV dirigidas al público masivo, por eso me parece importante resaltar estas historias y mencionarlas hoy, ya que las podemos ver en nuestros dispositivos al mismo tiempo en que importantes ceses de actividades se suceden en el norte, para mencionar solo algunas en Amazon en España o EE.UU., Starbucks, Volkswagen en Alemania o Tesla en Suecia, o las huelgas generales de pensionistas y estudiantes universitarios argentinos arruinados intencionalmente por el ultraconservador presidente Milei. Es decir, los sindicatos y trabajadores se levantan contra la tiranía y en defensa de la democracia.

Hacer una huelga es siempre una decisión personal extrema y con vocación de ser un parteaguas en las relaciones laborales de cualquier organización que la viva, independientemente el motivo que la convoque. Aunque la Constitución reconoce el derecho a declararla desde inicios del siglo XX también es cierto que hacer una huelga aquí es actividad de alto riesgo. El Estado en ninguna de sus ramas protege como debiera este derecho humano constitucional, en consecuencia, a pesar del melodrama usual de empresarios y sus abogados, muy pocas huelgas se declaran en Colombia, tanto así que si sumamos las de 2024 ocurren más en la televisión.

El contexto explica esta dificultad, aunque razones haya muchas, un ambiente de persecución, un ministerio que no actuaba en defensa de los trabajadores y una ausencia de seguridad jurídica hacen imposible el ejercicio de ese derecho, aunque cuando los trabajadores y trabajadoras llegan al límite de la indignidad o de la impunidad, se llenan de valor y terminan atreviéndose. La principal causa de las protestas laborales aquí y en las historias de supuesta ficción de las que estoy hablando es la de hombres y mujeres al límite de su capacidad porque no se les paga, porque son explotados en jornadas que no tienen límite, por la sobrecarga de trabajo o se les despide sin justificación alguna.

La situación más extrema en estas historias es la de los trabajadores y trabajadoras de Ecomoda que han sufrido por 25 años las desventuras financieras de don Armando Mendoza, parece que aguantan por el respeto reverencial al patriarca fundador, Don Roberto, que siempre les trató con deferencia imperial. Mientras tanto Don Armando, el heredero, siempre ha jugado con dinero que no es suyo, en este caso los aportes a la seguridad social de todo el personal de la empresa, hoy cerca de la jubilación. Don Armando padece una masculinidad tóxica, todo el tiempo está tratando de mostrar que es un varón triunfante y mandante y más bien es un señorito decadente al que siempre tienen que salvar, primero Betty y después su hija Mila. Mientras que al otro lado de la mesa estará el jefe de la huelga, Hugo Lombardi, al que todos ven como amanerado o afeminado, pero al final es el que tiene el coraje de parar. Lástima que vuelvan al trabajo tan rápido cuándo Mila, más moderna y práctica propone darles un lugar a los trabajadores en la junta y les invita o crear juntos una nueva colección.

La huelga bananera fue un gran capítulo de la novela, de la vida real y seguro de la serie. Era 1928, en la United no se pagaban salarios en efectivo, sino en una “moneda” que solo se podía canjear por productos en los comisariatos de la misma empresa, no había programa de salud o seguridad social, la higiene en los campamentos no existía y lo peor era la tercerización total, la compañía nunca aceptó que tuviera trabajadores contratados directamente. Estas causas reales de esa huelga son las mismas que cuenta Gabo en la novela, lo que cambia es como la resuelve, porque en Cien Años de Soledad la huelga termina con mucha violencia en una noche, mientras que la historia real informa que por tres meses ocurren centenares de desapariciones, ejecuciones, torturas y detenciones ilegales cometidas por el ejército colombiano, que se alojó, alimentó y transportó por cuenta de la empresa.

Mientras tanto en Springfield, acosada por las deudas familiares Marge entra a trabajar en una cocina fantasma que recibe centenares de pedidos por minuto, la obligan a trabajar horas extras sin pago y a llevar un dispositivo en un tobillo que la graba y controla todos sus movimientos. La carga llega a ser tan pesada que se atreven a sindicalizarse y declararle la huelga a un emprendedor tecnofeudal que al final es derrotado por su propia tecnología cuándo intenta reemplazar los repartidores con drones.

Y en Respira, un grupo de trabajadores y trabajadoras de la salud en un hospital público de alta complejidad y víctima de exceso de trabajo y falta de insumos después de años de recortes y externalización de servicios por gobiernos neoliberales se atreven a votar una huelga sin acordar primero los servicios mínimos que deben mantenerse cuando la huelga ocurre en un servicio público esencial, un asunto ilegal pero entendible por su desesperación, buscando que el gobierno de Valencia deje de explotarlos. Mientras tanto, la escena más dramática es la de una operación a corazón abierto mientras suenan las alarmas del inicio del cese de actividades, y los médicos se preguntan si deben parar o seguir la cirugía. (No quiero hacerles spoiler)

En 2024, la lucha de clases entró hasta las salas de operación y los conflictos laborales fueron más allá de lo normal en le tele ¿Qué pasará en Macondo?

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