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Entre el 29 de septiembre y el 5 de octubre de 2025, Cali será escenario de la Primera Semana de la Biodiversidad. No se trata únicamente de un evento cultural o científico; es, en mi opinión, una oportunidad histórica para consolidar un rumbo estratégico que Colombia viene trazando desde hace más de una década: convertir nuestra riqueza natural en motor de desarrollo sostenible y en plataforma de liderazgo internacional.
Desde el Conpes 3967 de 2011, sobre el ‘Desarrollo comercial de la biotecnología a partir del uso sostenible de la biodiversidad’, el país ha reconocido que nuestro capital natural es, al mismo tiempo, patrimonio y palanca para un crecimiento sostenible. A ello siguieron el Foro Nacional de la Bioeconomía (2017), el Conpes 3934 de 2018 y la Misión Internacional de Sabios de 2019, cuyo grupo más numeroso se concentró precisamente en biotecnología, bioeconomía y medio ambiente. El mensaje ha sido consistente: Colombia puede transformar su biodiversidad en conocimiento, innovación e industria, asegurando a la vez su conservación. En coherencia con el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, esto implica avanzar en las Metas 9, 10 y 11: garantizar el uso sostenible, seguro y legal de las especies silvestres; gestionar de forma sostenible la agricultura, la acuicultura y la silvicultura; mantener y potenciar las contribuciones de la naturaleza a las personas, de modo que la biodiversidad satisfaga las necesidades de múltiples comunidades y poblaciones, especialmente aquellas que dependen directamente de ella.
En todos estos espacios se repiten dos conclusiones esenciales. La primera: la urgencia de invertir más y mejor en ciencia, tecnología e innovación, condición indispensable para conocer y aprovechar de manera responsable nuestra diversidad biológica. La segunda: la necesidad de formar el talento humano que lidere esta transformación industrial, científica y social. Basta con recordar que la Misión Internacional de Sabios de 2019 propuso que, hacia 2030, la bioeconomía aporte 10% del PIB nacional.
Los avances son innegables. Colombia ha ganado terreno en investigación, desarrollo industrial y reconocimiento internacional, impulsada también por eventos de alto impacto como la COP16. Sin embargo, la Semana de la Biodiversidad debe convertirse en algo más que un encuentro académico o turístico. Ha llegado el momento de que el Estado, las universidades y las empresas actúen juntos, con visión de largo plazo, para hacer realidad un cambio de paradigma que conocemos desde hace años y que sigue siendo una deuda pendiente: la sostenibilidad como eje estructurante del desarrollo.
Desde la UAO, sabemos que los contextos cambian y que los retos en materia de sostenibilidad demandan acciones por cada uno de los actores que integramos el ecosistema, por ello estaremos presentes, con todas nuestras capacidades institucionales y con un grupo académico de expertos, aportando a este gran evento de ciudad, con la organización de 10 conferencias y diversas experiencias que incluyen recorridos pedagógicos de visitantes a nuestro campus, que se ha constituido como un laboratorio vivo en sostenibilidad y a la presentación del libro que recoge los resultados de los foros PreCop16.
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente