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Analistas 31/01/2017

¿Y la estrategia digital de Santa Marta?

Diego A. Santos
242 Media Director No Ficción
La República Más
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Santa Marta es un paraíso. Repito. Un paraíso. Santa Marta y sus alrededores. Lástima que no muchos lo sepan. Con una capacidad ocupacional diaria para 35.000 personas -entre hoteles, apartamentos, hostales y cabañas-, el promedio de visitas diario es de 5.300. Es decir, una ocupación de 15%. Una lástima.

Y es una lástima, porque no hay sitio más privilegiado en Colombia que la capital samaria. Su centro histórico, aún a medio hacer, es mágico. Cuenta con playas de todos los colores y la protege el sistema montañoso litoral más alto del planeta.

Por si fuera poco, es una región donde nacen hasta siete ríos, con cascadas, reservas naturales, el Tayrona, Minca, Ciénaga, termales, hoteles de todo tipo, avistamiento de aves, planes para todos los gustos, restaurantes, bares y discotecas. A nivel del mar el clima es cálido. En las montañas, fresco.

¿Qué pasa entonces? Pese a no contar con acueducto ni alcantarillado -algo absurdo y que debería ser motivo de indignación local y nacional-, se ha construido una infraestructura decente capaz de recibir un mayor número de turistas. Por lo menos, mucho más de los dos millones que acoge anualmente (90% nacionales y 10% internacionales). 

En enero, por ejemplo, época de temporada alta, llegaron 350.000, una famélica ocupación de 30% para una de las fechas más concurridas del año. 

Varios líderes de la ciudad coinciden en el diagnóstico: la estrategia digital para promocionar el Magdalena es deficiente. Han sido los hostales, con sus limitados recursos, los que más provecho le han sacado a los canales digitales.

Solo dos cuentas oficiales de Santa Marta están verificadas en Twitter: la de la Alcaldía y la de la Policía Metropolitana. Un rápido vistazo a las fotos de la zona que aparecen en el buscador arroja imágenes de políticos y de la suciedad de los lugares más descuidados de la ciudad. ¿Hay cuentas de turismo? Prácticamente ninguna. 

Por otra parte, tampoco se observan estrategias de contenido en torno a los numerales, siempre tan útiles y eficaces: #SantaMarta, #AmoSantaMarta, #ParaisoStaMarta, #SantaMarta1A etc... 

En Facebook las cosas no marchan mucho mejor. Las páginas institucionales u hoteleras sobre Santa Marta brillan por su ausencia. Tanto así, que al digitar el nombre de la ciudad en el buscador, los principales resultados son de una localidad bogotana llamada Santa María. En un universo de más de 1.700 millones de personas, ¿cómo dejan tan descuidado este canal? 

No se debe criticar, sin embargo, el buen trabajo de los hostales del Tayrona, que aparecen bien posicionados en la búsqueda y tienen una buena oferta audiovisual.

En el mundo de Instagram, una plataforma que ya superó los 600 millones de usuarios, se repiten las malas prácticas. Solo hay que ver la cuenta de la Alcaldía, que más bien parece una página de culto al Alcalde y en la que, por disimular el exceso de retratos de él, aparecen a cuentagotas fotos de los espectaculares paisajes de Santa Marta. De la Gobernación no encontré nada.

Da la sensación de que Santa Marta nunca se conectó al mundo. Nunca ha sido tan fácil comunicarse con el planeta. No es suficiente la presencia física de las autoridades samarias en ferias internacionales de turismo. Sin un plan coherente de comunicación digital, Santa Marta y alrededores seguirán postradas en tan bajas cifras de turismo. 

Quizás esto es lo que quieran en la región. Y de ser así, muy respetable. Pero en caso contrario, a ponerse las pilas. Porque, ¿cuál Miami si está Santa Marta?

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