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Hablar de descentralización en Colombia exige sinceridad. Mientras el Gobierno Nacional insiste en discursos pretenciosos sobre autonomía territorial, Bogotá vive una realidad muy distinta: es la ciudad que más aporta, pero una de las que menos respaldo recibe. Y esto no es opinión; son cifras que cualquier autoridad responsable debería enfrentar sin evasivas.
Para 2025, Bogotá aprobó un presupuesto de $38.4 billones, financiado en su mayoría con recursos propios. Impuestos locales, rentas distritales y esfuerzos de la administración sostienen más del 80% de ese presupuesto. Es decir, la ciudad no depende del Gobierno Nacional para funcionar; por el contrario, es el Gobierno Nacional el que depende del aporte de la capital del país.
En 2024, la ciudad recibió $5.97 billones del Sistema General de Participaciones (SGP). Ese es el aporte directo de la Nación para salud, educación y agua potable y saneamiento básico. Ahora, comparemos esa cifra con lo que la capital aporta al Estado.
Según la Dian, Bogotá contribuyó en 2024 con $43.74 billones en impuestos nacionales. Eso significa que, por cada peso que la Nación regresó, Bogotá aportó más de siete. Aportamos $43.74 billones y la Nación se quedó con cerca de $37 billones que no regresan en inversión, infraestructura ni garantías mínimas para atender las cargas que asumimos como la capital del país.
Mientras tanto, el Gobierno radica un presupuesto nacional de $523 billones para 2025 y, aun así, Bogotá sigue sin recibir un trato proporcional a su aporte. La capital enfrenta demandas que ningún otro territorio soporta: movilidad masiva, densidad urbana, migración, atención social compleja y una infraestructura que requiere inversión constante.
El panorama para el 2026 no es alentador. En Bogotá discutimos un presupuesto de $40.26 billones para el próximo año, donde los recursos del SGP representan apenas el 16.5% de los ingresos de la ciudad. La Dian proyecta que los bogotanos aportarán $63.98 billones en recaudo nacional, pero la ciudad recibirá solo $6.67 billones, es decir, el 10% de lo que la capital aporta al desarrollo del país. Esa brecha explica por qué la capital se ve obligada a responder sola a desafíos nacionales.
La ciudad está lista para asumir más responsabilidades, siempre y cuando vengan acompañadas de los recursos que los bogotanos aportan año tras año. Aquí no pedimos favores: exigimos justicia fiscal para una ciudad que sostiene buena parte del país. La descentralización se mide en cifras, no en discursos. Y las cifras son claras: la Nación está en deuda con Bogotá.
Él ha demostrado que es un presidente transaccional y está dispuesto a negociar, pero Petro tiene poco que ofrecerle. En cambio, para nuestro Pichón de Dictador sería el papayazo perfecto
“El hecho central del marketing de servicios es este, frustrante: es mucho más fácil fracasar en un servicio que tener éxito.” Harry Beckwith en ‘Venda lo Invisible’
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