.
Analistas 23/10/2025

Y se rebosó la copa: costos de una diplomacia militante

César Mauricio Rodríguez Zárate
Teniente coronel (RP) PhD. Research Associate Leiden University

Primero fue la infortunada intervención en la Asamblea de la ONU en Nueva York; después, con megáfono en mano -cuál activista promotor de anarquía, irrespeto a la ley y el desorden-, incitó el delito de desobediencia ni más ni menos que a las Fuerzas Militares de otro país, inmiscuyéndose en asuntos de seguridad nacional de otra nación; luego expulsa la delegación diplomática israelí y para rematar, motiva la protesta social violenta en las calles, despertando peligrosa e innecesariamente un sentimiento antijudío, es decir, añadir más odio y más gasolina a los convulsionados conflictos que ya vivimos… hasta que se rebosó la copa.

Ahora, producto de todo lo anterior, con el anuncio de la suspensión de toda cooperación internacional, nos exponemos a la imposición nuevos aranceles y con seguridad, otras decisiones con graves impactos para los colombianos. Miremos sólo el incremento del costo de las visas, la depreciación internacional del peso o las cada vez más complejas condiciones de acceso a nuevos mercados por acciones torpes que hacen percibir a Colombia como un país impredecible y contrario a los objetivos comunes de desarrollo global, crecimiento y seguridad.

La diplomacia es por esencia, el arte de construir puentes en medio de diferencias. Afectar la relación con los Estados Unidos es en términos prácticos, contraer la economía exportadora e incluso, verse obligados a despedir casi un millón de colombianos que trabajan en fábricas de flores, exportadoras de banano, café y materias primas a ese país, empresas que por nuevos costes asociados, tendrían que pagar menos o reducir su nómina al percibir menos ingresos y renta de su actividad comercial.

Resulta inaceptable que un jefe de Estado, representante de más de 50 millones de colombianos, llame a la desobediencia de tropas extranjeras frente al Presidente de una nación que, nos guste o no, sigue siendo el mayor socio estratégico y comercial del país. Las relaciones internacionales no admiten actuaciones histriónicas ni teatrales, pues ponen en riesgo la estabilidad económica y la seguridad, amenazan millones de empleos y la inversión extranjera; por el contrario, se sustentan en la seriedad, el respeto y la prudencia.

Lo que está en juego es el respeto a las formas de la diplomacia y el cumplimiento de una tradición donde Colombia, siempre ha honrado el derecho internacional. Romperla es simplemente muestra de imprudencia y torpeza. Aquí se optó por protagonizar titulares con un lenguaje incendiario, empleando un tono que se reduce a una proclama propia del interés personal. El país no puede darse el lujo de que su diplomacia sea vista como plataforma ideológica, por encima del interés nacional, de verse aislado del panorama internacional y mucho menos, percibirse como aliado de regímenes que apoyan el narcotráfico. Colombia necesita un estadista y no ególatras con delirios de grandeza.

Sin embargo, es parte de su libreto. Seguramente el Gobierno se victimizará so pretexto de defender la “dignidad y la soberanía”, agitando aún más el movimiento de masas, buscando una falsa unidad nacional, estrategia típica en época preelectoral para ganar adeptos alrededor de esta falsa “causa” y seguir ocultando la crisis que atraviesa el país.

Sufren los colombianos con la incertidumbre de esperar qué otras sanciones y decisiones seguimos percibiendo por la imprudencia del Gobierno. Sufre la imagen del país, descertificado en la lucha contra el narcotráfico. Sufre la Fuerza Pública al disponer cada vez de menos recursos en materia de inteligencia e investigación, capacidad aérea y cooperación contra el crimen organizado, para conjurar la grave situación de seguridad que se atraviesa.

Al cierre de esta columna, van 2.000 desplazados en Briceño, la más alta de los últimos años en Antioquia, producto de las confrontaciones entre disidencias de las Farc y el Clan del Golfo, ambos en diálogos de “paz” con el Gobierno. Esto sin contar la vigente crisis humanitaria en el Catatumbo, Sur de Bolívar, Cauca y Chocó, aún sin resolver, el incremento generalizado del homicidio y el desplazamiento, como lo ha advertido la Defensoría del Pueblo, así como la reaparición de las minas antipersonales en los campos, bombas en las ciudades y ahora, drones con explosivos.

En el contexto actual, cuando los equilibrios internacionales son frágiles y las tensiones geopolíticas marcan el rumbo de la economía global, Colombia no puede darse el lujo de equivocarse en su relacionamiento exterior, ni de ser percibido como un socio impredecible y poco confiable. Los errores de diplomacia deben servir de advertencia: la política exterior no puede improvisarse. El costo de estas equivocaciones no lo paga un mandatario, los paga toda la nación.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA

MÁS DE ANALISTAS

ÚLTIMO ANÁLISIS 03/12/2025

La decisión del salario mínimo

El alto aumento del SM, como afirma el gobierno, incrementa la demanda agregada y, junto con el desborde fiscal, ha generado presiones inflacionarias inmanejables

ÚLTIMO ANÁLISIS 03/12/2025

Transformación educativa digital

No basta con utilizar la tecnología de manera instrumental o reactiva; es necesario aprender a integrarla estratégicamente para generar beneficios educativos

ÚLTIMO ANÁLISIS 03/12/2025

Nuestra política hiere la condición humana

El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente