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Tribuna Parlamentaria 03/11/2021

Moldeando la cancha del centro

Catalina Ortiz
Analista

Muchos de los que trabajamos por una opción de centro para la próxima contienda presidencial estamos preocupados. La Presidencia será de “centro” si sus actores logran, sin faltar a sus principios, llegar unidos a la primera vuelta. Si no, lo más probable es que la estructura del juego favorezca a Petro y le toque a Colombia someterse a este político mesiánico, que amenaza nuestra democracia y economía de mercado.

Los especialistas en estrategia hablan de dos fases en un “juego”. Primero, está el moldeo de la cancha y luego está el jugar a ganar. Los que no moldean el juego y entran a jugar “lo que toca” rara vez son capaces de ganar pues no han armado una contienda en torno a donde se tiene ventaja. Es un suicidio pretender ganar en un juego al que no se le invierte en lograr que jugadores y estructura favorezcan aquello en lo cual se tiene ventaja.

La ventaja de los candidatos de centro está en la unión, en su credibilidad en la lucha anticorrupción, en tener experiencia con política pública basada en evidencia y con resultados solucionando los problemas de nuestra sociedad. Prometen un rompimiento en contra de las estructuras políticas tradicionales. Representan ética en la política.

Es claro que ahora en Colombia todos quieren disfrazarse y arroparse con el “centro” y lo que se representa. Por eso la encrucijada es compleja. El centro no se puede degradar lleno de figuras cuya trayectoria poco o nada tiene que ver con una política renovada, pero tampoco puede pecar de una superioridad moral que excluye y que no tiene el mismo rasero con todos sus integrantes.

Es particularmente delicado porque el tema no es programático. Sin duda, no sin dificultades, personas como Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria, Humberto de la Calle, Juan Manuel Galán, Jorge Enrique Robledo, entre otros, nos podemos poner de acuerdo sobre un programa de centro para Colombia. El problema es lo ético. Lo difícil es la profundidad del rompimiento con la política tradicional. Estamos todos de acuerdo con que no queremos más Duque y unos gobiernos de derecha que atentan contra el medio ambiente, las luchas sociales y la protección a la clase media. Tampoco queremos una izquierda radical que no le dé el lugar en nuestro desarrollo a la empresa privada.

No nos gustan los extremos, porque creemos que hay otra forma de construir país. Pero lo cierto es que hoy, en manos de la Coalición de la Esperanza y otros jugadores afines, está evitar que vuelvan al poder esos extremos y sigamos perdiendo tiempo precioso en enfrentar los problemas de los colombianos.

El llamado es a encontrarnos en la ética, en las prácticas políticas transparentes que la dignifiquen. Estoy convencida de que hay cómo hacerlo, que podemos superar al clientelismo y la politiquería. Pero como dirían los estrategas hay que escoger. Y esto implica renunciar. Debemos renunciar a aquellas personas que representan y practican lo que queremos superar. Debemos ser auto-reflexivos y partir de que no hay absolutismo ni “bandos” perfectos.

Por estos retos fue que tomé la decisión de no lanzarme a un nuevo periodo en el Congreso y dar toda mi energía para enriquecer y fortalecer una propuesta de centro sólida y consolidada. Voy a contribuir a moldear el juego en el que el centro pueda ganar con una coalición llena de esperanza por transformar a Colombia y la forma como se hace política en ella.

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