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Analistas 20/02/2018

Saber renunciar

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

En los puestos del sector privado y del sector público así como en los negocios a veces resulta complejo declinar el verbo renunciar. Saber renunciar a tiempo es tal vez una de las decisiones mas importante que tanto la gente como las empresas deben tomar en su vida ya que por lo general aferrarse al status quo puede llevar al desprestigio, la incoherencia, y en el caso de la empresas a la quiebra.

Veamos el ejemplo que salta a la vista en el curso de esta campaña presidencial. ¿Cuándo debe renunciar una persona que aspira a ganarse el favor del pueblo y ocupa un cargo público? Dos candidatos saltan a la mente; Germán Vargas Lleras y Juan Carlos Pinzón.

Ambos resultaron fervientes cargaladrillos de la actual administración y representaron al gobierno en los más diversos cargos de responsabilidad, desde ministerios, pasando por embajadas y hasta la misma vicepresidencia de la República.

Pues resulta que estos ilustres compatriotas no estaban de acuerdo con la orientación y las directrices del gobierno del cual hacían parte. ¿Por qué no renunciaron? Será que creyeron que la burocracia era una buena herramienta electoral y que la gente no se acordaría que hace tan solo unos meses representaban lo que hoy repudian.

Resultado: la sensación total de incoherencia. Resulta gracioso ver a estos candidatos cuestionando la forma en que se gobierna y los acuerdos que se firmaron con la subversión cuando estando en el corazón de las decisiones mantuvieron silencio. ¿Será que por encima de los principios está el ego del pequeño poder de la burocracia?

No solo no renuncian a tiempo los aspirantes a presidente. No renuncian los funcionarios cuestionados porque consideran que, mas allá de la ética, su defensa la deben asumir con las prebendas del cargo público. No renuncian los senadores cuestionados, no renuncian los alcaldes corruptos, y con ello solo logran prolongar por unos días o meses la agonía inevitable que les causa el escándalo, con grandes prejuicios para el estado y la sociedad.

Caso emblemático reciente es del presidente Zuma, a quien tuvieron que sacar a cachuchasos después de muchos escándalos de corrupción que provocaron el desprestigio del partido que fundó Nelson Mandela.

No renuncian oportunamente los directores técnico de los equipos del fútbol cuando su estrategia no genera triunfos y se esperan a que los destituyan en público escarmiento. No renuncian los miembros del equipo del presidente Trump acusados de manera reiterada por violencia familiar y acosos.

No renunció Weinstein ante los escándalos que surgieron en Hollywood y esperó a que lo destituyeran de su propia compañía.

Otro tanto sucede en las empresas. ¿Cuándo renunciar a un negocio en crisis o una línea de producción que muestra síntomas de debilidad?. ¿Por qué aferrase a un proceso convencidos que la buena gerencia revivirá ese muerto?.

Rita Mc.Grath, de la Universidad de Columbia, recomienda que las empresas planeen con tiempo la retirada de líneas de negocio que dejan de crecer. Eso hizo Netflix cuando renunció al negocio de videocasetes y encontró el negocio de la televisión en línea. Esto no hizo Kodak cuando se rehusó a renunciar a su modelo de negocio en presencia de un mundo cada vez mas digital.

El arte de saber renunciar tiene un componente fundamental de tiempo. No solo se trata de saber renunciar, sino de saber renunciar a tiempo, si en lo político se quiere ser coherente, en lo público ético y en el ámbito empresarial exitosos. El mejor consejo: saber renunciar a tiempo.

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