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Con frecuencia oímos a políticos populistas y analistas de miseria afirmar que la pobreza es la causa de la violencia y que solo la superaremos cuando hayamos erradicado la pobreza. Siempre es difícil establecer las relaciones entre causa y efecto por vías estadísticas.
Las estadísticas muestran que donde prevalece la pobreza tiende a haber mayor violencia, así como las estadísticas pueden mostrar que en la mayoría de los casos de incendio están los bomberos, lo cual no quiere decir que los bomberos sean los causantes de los incendios. Así mismo, cabe preguntarse si lo que sucede no es que la pobreza genere violencia, sino que la violencia genera pobreza y eso hace que estos dos fenómenos estén relacionados.
Lo que ha demostrado la historia es que la violencia está más ligada a fenómenos de riqueza y de enriquecimiento que de pobreza. En Colombia, la violencia la genera el multimillonario negocio del narcotráfico, las enormes ganancias de la minería ilegal de oro, la tala de bosques y la apropiación de tierras que ha generado cientos de miles de desplazados, eso sí pobres y víctimas. Otras formas de violencia las genera la creciente corrupción que indigna la ciudadanía.
Un estudio realizado por la universidad Untref de Argentina muestra la relación entre índices de pobreza y robos en diferentes países de América Latina y allí encontramos que mientras Argentina, al momento del análisis, tenía un porcentaje de población en la pobreza de 18,6%, el número de robos por cada 100.000 habitantes era de 973, mientras que en Bolivia con indicador de pobreza de 42,4% el número de robos por 100.000 habitantes fue de 138.
Los pobres no solo no son el germen de la violencia, sino lo que parecen indicar estas cifras es que la pobreza tampoco lleva a la delincuencia. Eso lo podemos constatar en Colombia donde los pobres de la pandemia se han volcado al rebusque y la mendicidad mientras alarmados vemos que los crecientes niveles de hurto con violencia son perpetrados por bandas organizadas lejos de la pobreza.
Otra aproximación frecuente al problema es la de analizar la relación entre violencia y desigualdad ¿Será que las sociedades más desiguales son más violentas? No conozco estadísticas que correlacionen estas variables, pero una mirada a los casos de Chile y Colombia, que son los países con mayor desigualdad en la región nos muestra que los niveles de violencia son superiores en Colombia a aquellos en Chile, sin bien en los dos países por igual hubo brotes de protesta violenta puntual que no sistemática.
Colombia ha sido un país con una larga historia de violencia, que ha tenido muy pocos paréntesis y no por ello podemos afirmar que somos más violentos. Lo que sí sabemos es que es una sociedad donde la impunidad es más frecuente que en otras latitudes, donde se creó, producto del narcotráfico, una cultura del atajo y del afán de enriquecimiento que lleva a la violencia como medio para lograr esa riqueza.
Igualmente, sabemos que cuando un país no ocupa con sus instituciones su territorio, en aquellas regiones desprovistas de estado, prima la ley del más fuerte y esa fuerza se ejerce con la violencia. Oídos sordos a los discursos que culpan a los pobres de la violencia, porque si triunfa esa versión seguiremos inmersos en una violencia que generará aún más pobreza, dejando de lado las políticas de justicia y fortalecimiento institucional que se requiere para derrotar esta tragedia.