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La contratación de especialistas en inteligencia artificial, IA, se ha convertido en una carrera sin precedentes entre las grandes tecnológicas. Microsoft, Google y Meta están ofreciendo salarios que superan los US$400.000 anuales, acompañados de acciones y bonos millonarios. En algunos casos, los paquetes de compensación para investigadores de élite rondan entre los US$100 millones y los US$250 millones en contratos por varios años, cifras más asociadas a estrellas de la NBA o del entretenimiento que a científicos de datos.
Este fenómeno refleja cómo el talento se ha vuelto el recurso más escaso y estratégico en la economía digital. Al mismo tiempo, prácticas como los acqui-hires -cuando una compañía contrata a equipos completos de startups sin adquirir la empresa- han despertado críticas por su efecto en la innovación y la competencia.
En estas nuevas dinámicas del mercado laboral, el talento ya no se mide solo por diplomas, sino por la capacidad de resolver problemas complejos con datos, algoritmos y modelos predictivos. Y ahí surge la gran pregunta: ¿Cómo debe adaptarse el talento colombiano a estas dinámicas de contratación global?
En Colombia, las universidades y centros de formación han fortalecido programas en ciencia de datos, analítica y programación. El Sena ha democratizado cursos en IA y, desde el sector público, iniciativas como Talento Tech, Talento GovTech y Colombia PotencIA buscan acelerar la preparación digital. Todo esto suma, pero todavía hay campo por recorrer: menos de 20% de los colombianos tiene habilidades digitales avanzadas, según el Banco Mundial.
Frente a este panorama, hay dos movimientos clave. El primero es la competencia global: ingenieros formados en las mejores universidades son cada vez más atractivos para compañías extranjeras que ofrecen salarios inalcanzables en el mercado local. El segundo es la oportunidad de convertir a Colombia en un hub de nearshoring digital, donde multinacionales busquen equipos especializados en IA a costos competitivos.
Para lograrlo, el talento colombiano debe desarrollarse aquí, en el país, con políticas y condiciones que permitan mayor competitividad en tecnologías emergentes, oportunidades de investigación aplicada y capacidad de adaptación a la demanda global de IA. Esto implica no solo reforzar la formación técnica, sino también ofrecer un entorno laboral atractivo que motive a los profesionales a quedarse y crecer en Colombia.
La competencia por el talento en IA ya empezó. Ahora el reto no es solo evitar la fuga de cerebros, sino construir un ecosistema que retenga a los mejores, potencie su desarrollo y haga del país un protagonista en la economía digital. La pregunta ya no es si estamos listos, sino qué tan rápido podemos adaptarnos.
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