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Analistas 16/03/2014

¿Soluciones para el desarrollo sostenible?

Brigitte Baptiste
Rectora de la Universidad Ean
La República Más
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Si bien es cierto que las perspectivas de adaptación de la humanidad a los efectos de la nueva atmósfera planetaria no son halagüeñas, y que las naciones no están respondiendo a la velocidad que se requiere, sí existen muchas visiones y proyectos que exploran y promueven alternativas sin inmovilizarse ante el mensaje apocalíptico. Al fin y al cabo, los escenarios de cambio climático no son predicciones y el futuro nadie lo conoce.

Las mismas Naciones Unidas han reconocido que llegar a acuerdos internacionales es apenas una parte del esfuerzo que debemos hacer, ya que la búsqueda de consenso implica largas negociaciones que por lo general comprometen el nivel mínimo de acción que permiten los intereses en competencia de las naciones, y que termina plasmado en documentos retóricos. Por esa razón se creó en 2012 la iniciativa denominada “Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible”, desde la cual se promueve la innovación social, tecnológica e institucional a escala global y regional (http://unsdsn.org), iniciativa a cargo del reconocido economista Jeffrey Sachs, quien es también director del Earth Institute de la Universidad de Columbia y coordinador del programa de metas del milenio.

Sachs ha criticado la capacidad de adaptación de los Estados Unidos a la globalización haciendo responsable del estancamiento al cabildeo de cuatro grupos de interés que conforman lo que denomina la “corporatocracia”: la industria militar, el complejo político-financiero de Wall Street, los petroleros y la industria de la salud (The Price of Civilization, 2011). Considera que su actual forma de funcionar es el principal obstáculo para eliminar la pobreza del mundo, y más recientemente, para construir una propuesta de desarrollo sostenible.  Probablemente la cooptación de la gobernabilidad por parte de estos complejos corporativos sea común a la UE y los demás países del mundo y en Colombia, aunque entre nosotros el narcorporativismo sobresale sin duda. La “cultura mafiosa” que describe el profesor Garay. 

La Red promueve la combinación y articulación de esfuerzos del sector privado, la sociedad civil y los gobiernos para producir soluciones prácticas a los graves problemas de la humanidad: el uso de teléfonos celulares para crear redes de apoyo sanitario en África, la sustitución rápida y efectiva de la basura plástica del Mediterráneo, la enseñanza de matemáticas vía Internet para millones de jóvenes en India, y la búsqueda de sostenibilidad a largo plazo en las grandes ciudades del mundo. Uno de los aspectos más relevantes de estos proyectos es el compromiso de las universidades  de movilizarse hacia la búsqueda de soluciones aplicadas a los grandes problemas, pero no como suma de voluntades de algunos profesores, sino como alianzas explícitas y perdurables de la institución. Academia aterrizada y consecuente…

Se busca crear un nodo regional amazónico de la Red en las próximas semanas, con el propósito de identificar y poner en práctica soluciones a la deforestación y la destrucción de las selvas y ríos ecuatoriales de cuya preservación depende en buena medida la regulación climática planetaria. Probablemente las discusiones giren en torno a los procesos, ya conocidos, de sustitución de bosques por praderas para ganadería, soya, palma de aceite, minas y represas. Habrá que mirar los mecanismos de cabildeo y los intereses particulares que llevan a la destrucción de la selva y las culturas milenarias que la habitan, y que en Colombia tienen muchos rostros concretos que podrían revisar sus programas de “desarrollo”: no hay esperanzas en un futuro sin selva, por tanto aprender a convivir con ella es la solución obvia, pero la menos promovida. La sostenibilidad no se da bajo la promoción de la industria láctea o cárnica en el piedemonte de la cordillera oriental, a menos que vaya acompañada de una inversión (revolución) en el diseño de tecnologías adecuadas, el ordenamiento territorial para prevenir el desastre de ocupar laderas y pendientes altamente susceptibles a la pluviosidad, y la certificación de buenas prácticas. Destruir el piedemonte es una lección que debimos haber aprendido a evitar desde la desastrosa promoción de la colonización ganadera en Colombia (la legal y las otras), y que condena toda la Amazonia, incluso las grandes áreas protegidas aguas abajo…

Hay que buscar soluciones sostenibles, más allá de la persistencia del negocio particular, de un proyecto público o privado específico, de una iniciativa aparentemente aislada. Se puede, y a todos, desde la posición que la historia nos ha entregado, nos compete hacerlo.

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