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Analistas 26/03/2020

Gattaca

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

La crisis mundial que estamos atravesando nos obliga a replantear la manera en que vivimos y pone a prueba uno de los derechos más preciados de la humanidad: la libertad. Después de los ataques terroristas de 2001 se impusieron medidas para limitar nuestra libertad y privacidad con el fin de evitar nuevos ataques. Esta pandemia muy seguramente resultará en una mayor injerencia del Estado en todos los aspectos de nuestras vidas.

El fin de semana pasado el New York Times publicó un par de estudios donde -utilizando herramientas de Inteligencia Artificial (IA)- explicaba cómo se propagó el virus por el mundo y cómo a través de una serie de algoritmos, es posible pronosticar su evolución y resultados.

En momentos de gran temor, aplaudimos los avances de la ciencia y la tecnología en beneficio de la supervivencia de la raza humana y la protección del planeta. La IA, los algoritmos y el ‘machine learning’ o aprendizaje de las maquinas, permite analizar el tsunami de información y gigas de ‘big data’, pronosticar escenarios y proponer recomendaciones para cada situación en tiempos record.

Sus éxitos en el campo médico son incuestionables. Permite revisar millones de casos y encontrar patrones en común que lleven a encontrar una vacuna o tratamiento. En aspectos de georreferenciación, ayudó a ubicar los primeros casos y entender cómo, durante la celebración del año nuevo chino a finales de enero, miles de personas se movilizaron por diferentes ciudades de ese país y muchas de ellas regresaron a sus trabajos en empresas de manufactura de bienes de lujo en Europa, propagando el virus y generando la pandemia que hoy conocemos.

Como en una película de ciencia ficción, es la primera vez en la historia en que las máquinas logran determinar el comportamiento de la humanidad. Las decisiones de nuestros líderes mundiales se están basando en estos modelos y pronósticos. No obstante, sin darnos cuenta, poco a poco estamos aceptando que el ‘gran hermano’ controle todo lo que hacemos y consumimos en nuestras vidas: salud, movilidad, comunicaciones, noticias, alimentos, productos e inclusive nuestra composición genética, que como en la película Gattaca (1997), hará posible identificar a los más débiles y crear “la raza humana perfecta”.

En Colombia, el tema no es muy diferente. La IA puede ayudar al Estado a tener un mejor control de la población, utilizar los recursos de manera más adecuada, y se convertiría en una herramienta de Seguridad Nacional para combatir la delincuencia, la corrupción, el lavado de activos, el narcotráfico y controlar fronteras, entre otros.

En fin, vivimos momentos de gran incertidumbre para el futuro de la humanidad y se nos presenta un gran dilema ético y moral. Llegó el momento de decidir qué queremos, derechos y libertades, seguridad y salud, o un sistema donde predominen los individuos empoderados por la tecnología y basado en la confianza.

Como dijo el israelí Yuval Noah Harari en el diario británico Financial Times en días pasados, “recordemos que la misma tecnología puede usarse no sólo para que los gobiernos monitoreen a los individuos, sino también para que los individuos monitoreen a los gobiernos”. El resultado de esta crisis definirá nuestro futuro y mucho más de lo que podemos imaginar.

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