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Analistas 11/04/2023

Oposición para más y mejor democracia

Alfredo Sarmiento Narváez

La democracia colombiana está en cuidados intensivos; aquí un breve cuadro sintomático:

1. Populismo gubernamental con diagnósticos catastrofistas, actitud adánica, visión estado céntrica para resolver temas de interés común, tono mesiánico, estilo caudillista.

2. Voluntarismo con la paz total, esto es, totalmente impotente con violentos e ilegales y totalmente prepotente con sectores que se resisten a dejarse conculcar su derecho a participar en la gestión del bien común que representa la paz, pero que no asimilan a esta con claudicación y con ramplona impunidad.

3. Una geopolítica entusiasta con regímenes dictatoriales, uno de los cuales, convoca a consultas permanentes a la cabeza de gobierno colombiano y le impone tareas.

4. Una atomización del control territorial en la Colombia profunda y una galopante corrupción e ingobernabilidad en varios centros urbanos estratégicos como Bogotá, Cali, Medellín, Santa Marta entre otras ciudades.

5. Comunicación social y política intoxicada, con verdades a medias, y rumorosa, difamatoria, promotora de polarizaciones que impide a Colombia convertirse en comunidad de propósito como país y comunión de sentido como Nación.

6. Indicadores económicos alarmantes en inflación y desempleo; todos buscan culpables, pocos actores asumiendo tareas y responsabilidades para evitar que el país caiga en una espiral de estanflación. A ello agregar un creciente tufillo antiempresa .

7. Unas Ffaa sometidas a continuos vejámenes y carentes de liderazgo civil.

Para dar de alta a esta democracia, el camino no es menos democracia, el camino es más y mejor democracia.

Más y mejor democracia exige una oposición capaz de viabilizarse como alternativa a nivel local en el corto plazo y a nivel nacional en el mediano plazo.

Oposición que camina por los terrenos del insulto a las personas es inútil y envilece la democracia.

Hay una oposición que apuesta valientemente a través de liderazgos individuales a la denuncia, a narrar lo que ya sabíamos iba a hacer el actual Gobierno y a pedir renuncias de altos funcionarios que difícilmente renunciarán o serán destituidos; esta oposición es necesaria pero no suficiente, su gasto energético es mayúsculo.

Hay una oposición que moviliza calles demostrando que la protesta social es posible sin vandalismos contra bienes públicos y privados; es una oposición clave, en ese terreno el Gobierno se siente perdido.

Hay sectores de oposición de sociedad civil que estudian y, de manera metódica, están logrando importantes resultados, como por ejemplo el grupo de expertos que coadyuvaron la demanda que llevó al Consejo de Estado a suspender el decreto presidencial que buscaba concentrar funciones regulatorias en materia de servicios públicos domiciliarios.

La oposición declarada de partidos políticos con bancadas como el Centro Democrático y Cambio Radical viene imprimiendo momentum, con capacidad crítica y propositiva.

En lo porvenir, la oposición tiene largo trecho por recorrer para consolidar liderazgos colectivos, tejer solidaridades civiles, sociales, gremiales, académicas y comunicacionales; tiene por imperativo ético y estético, generar esperanza y conservar el sentido de seguir cuidando la democracia.

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