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Las cifras recientes muestran un mejor desempeño de la actividad económica cuando se compara con un año atrás. En efecto, según el Dane, la economía colombiana se expandió 2,7% real en el primer trimestre de 2025 (vs. 0,3% de 2024). Las sectores impulsores en este arranque de año fueron el entretenimiento, la agricultura y el comercio, creciendo cada uno más de 3,5%. En cambio, la construcción y el sector minero-energético tuvieron contracciones en dicho periodo.
Este buen desempeño se acompasa con el del mercado laboral. Al corte de marzo de 2025, la tasa de desempleo nacional llegó a 9,6%, inferior en 1,7 puntos al mismo mes del año anterior.
Parecería entonces que el país se encausa por un buen rumbo económico en 2025. No obstante, esto es parcialmente cierto. Si bien, la actividad repunta y el desempleo cae, la pregunta relevante para hacerse es por qué entonces el recaudo tributario no crece, y más bien sigue incumpliendo las metas propuestas. La respuesta pareciera venir de la composición del crecimiento y el tipo de empleo generado.
En efecto, cuando se hace un análisis a mayor profundidad de las cifras se encuentran elementos que favorecen esta hipótesis. Por ejemplo, en el caso del PIB, los sectores que más crecen son, por un lado, el agro que aprovecha el buen clima y los precios elevados en cultivos como el café, pero, por otro lado, aquellas ramas de actividad que dependen del consumo, resultante de ingresos temporales que pueden provenir de subsidios, remesas, o nuevos trabajos informales.
En este último caso, los números también nos estarían dando una señal. La relación entre los trabajadores cuenta propia y los empleados formales (asalariados privados y públicos) que venía descendiendo de 1,3 al inicio de esta década hacia 1° en junio de 2024, volvió a cambiar su tendencia y ahora se ubica en 1,12, creciendo mes a mes. Además, mientras en Colombia 47% de la población ocupada es cuenta propia, esa proporción es 31% en México, 24% en Chile y apenas 16% en el promedio de la Ocde.
Así, lo que las cifras evidencian es que, si bien la economía crece, lo hace en determinados sectores y apalancada en empleos informales, que en gran parte son vulnerables y se basan en el “rebusque” diario. En cambio, actividades que podrían ayudar en la generación de mano de obra formal como la industria, los servicios profesionales, la minería o las comunicaciones, crecen menos de 2% (o decrecen). El resultado es una recuperación parcial, volátil y que se vuelve sensible a flujos de ingreso que nos son necesariamente permanentes.
Esto es otro indicio de que el problema que debemos resolver en el país es la informalidad. La experiencia internacional y la revisión de la literatura muestran que los países que de verdad elevan el bienestar de sus ciudadanos son aquellos que incentivan el empleo formal porque este permite tener un ingreso permanente que promueve el ahorro y eleva la tributación que financia bienes públicos, como la salud o la educación.
Por ello, como país debemos empezar a pensar menos en elevar los privilegios de los que ya tienen trabajo (los insiders) y más en los 16 millones de ciudadanos que no lo tienen o viven del “diario” (los outsiders). Ese es el verdadero problema por resolver: crecer, pero generando empleos formales, no ilusiones que se rompen con el tiempo o que son vulnerables a cualquier viento adverso.
Muchos han huido por razones económicas, otros por seguridad, y otros por amor o estudios; la migración ha sido una constante en la historia reciente, especialmente desde los 90'
El Congreso y el Gobierno tienen ahora la oportunidad y la obligación de hacer bien su tarea y consolidar un cambio estructural que sea legítimo, justo y sostenible
No es asunto de endurecer más las penas, es hacerlas cumplir. El Código Penal Colombiano ya la establece taxativamente en su artículo 188 D la pena