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Analistas 23/05/2016

La desgracia del pragmatismo moral

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Investments
La República Más
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Mi tío Miguel, padrino de confirmación y mentor en las vueltas de la vida, siempre me ha dicho que mi abuelo paterno, el Dr. Jorge Bernal Tirado, fue una persona que nació en el país equivocado. Según mi tío Miguel, el abuelo Jorge debería haber nacido en Inglaterra. El abuelo Jorge manejaba a 20 kilómetros por hora para maximizar la seguridad de los pasajeros, se vestía impecablemente de corbata hasta los domingos, y jamás llegó tarde a una cita. Me cuentan que mi abuelo Jorge tenía una regla de vida muy sencilla: para llegar a tiempo, hay que salir a tiempo. Así de sencillo. 

El abuelo Jorge fue uno de los pioneros de la cardiología en Colombia. La universidad se la pagó por sus propios medios, y me cuenta mi padre que para pagar el valor de la matrícula del primer semestre la familia tuvo que empeñar utensilios de plata. El abuelo luego de terminar la carrera con calificaciones perfectas en la Universidad Nacional, consiguió una beca para irse a México a hacer su especialización. Fue tan exitoso en su carrera, que años más tarde fue nombrado médico de cabecera de la Casa de Nariño durante la presidencia de Laureano Gómez, si mal no recuerdo. El abuelo Jorge jamás tomó un atajo, casi no tomaba vacaciones, es más, creo que simplemente no tomaba vacaciones. Era muy estricto con sus hijos y sus responsabilidades como estudiantes y como personas. Les brindó educación, amor, y ejemplo de primera, y todos son excelentes personas en sus respectivas carreras. Todos viven, gracias a Dios, y todos son padres de familia y abuelos ejemplares con gran conciencia social.

Recuerdo a mi abuelo en esta columna, porque considero que si mi abuelo viviera hoy en día se moriría de la tristeza de ver lo que está pasando en su patria. Se moriría de la tristeza de ver el “pragmatismo moral” que estamos viviendo en este momento. Se moriría de la tristeza de leer que alias “Timochenko” hoy insulta a los colombianos de bien diciéndonos que el grupo terrorista que él maneja “no recluta niños para la guerra, al contrario, los refugia y los ampara”. Se moriría de la tristeza de ver a los jugadores de la Selección Colombia “poniéndose en los zapatos” de los asesinos de las Farc, y a los industriales de Colombia dizque cantando que “son capaces” de entender el por qué de unos criminales secuestrando y matando colombianos.  

Quizás es porque yo ya crucé la barrera de los 40 años que me molesta tanto esta patética necesidad de este gobierno de ver cómo diablos le limpiamos el prontuario a un grupo de narcotraficantes que han dejado demasiado sufrimiento en nuestro país. Todos los colombianos queremos que Colombia viva en paz, pero no podemos aceptar que la dichosa “paz” implique que ahora los buenos, como mi abuelo Jorge, sus hijos y nietos, seamos los malos del paseo, y alias Timochenko ahora resulte ser el “Robin Hood” de Colombia; y peor aún porque pareciera ser que el tipo ya tener el poder de cambiar la constitución del país por vía expedita. Es obligación de la gente lógica del país el ponerle límite a esta parodia, porque no falta el niño incauto de 20 años que de verdad comienza a pensar que los líderes de las Farc en serio son“hasta buenos”, y que “matar para ayudar al pueblo si se vale”.

Colombia necesita más personas como Jorge Bernal Tirado. Personas hechas a pulso que jamás tomaron un atajo. La ilegalidad no puede convertirse en un camino válido al poder político. En serio la cosa NO es tan difícil de entender. Lo realmente patético es que sea necesario escribir esta columna.

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