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Analistas 13/10/2022

Las razones del corazón

Adriana Gutiérrez Ramírez
Gerente de Bloom Ecoworking
Adriana-Gutiérrez-Ramírez

Hay razones muy poderosas por las que una marca se define a sí misma como sostenible. Unos lo llaman misión, otros visión, otros propósito superior pero en realidad esto va mucho más allá de una marcada tendencia o moda global de la que ninguna marca o consumidor hoy en día puede sustraerse.

Ya son bastantes años en los que los países europeos vienen trabajando en el desarrollo sostenible con una fuerte consciencia. Allí nacen o se transforman muchas marcas desde el corazón, la mente y el alma. Marcas que trabajan de manera honesta y transparente plenamente convencidas de que este es el mejor camino para proteger al planeta y a la sociedad.

Ellos han entendido que no hay que ser 100% sostenibles de un día para otro, más bien que se trata de un verdadero proceso que toma tiempo, los europeos creen fervientemente en las pequeñas acciones que suman y aportan a este propósito y no se van al extremo del asunto de cero a cien.

Los europeos son en su mayoría, una cultura muy cuidadosa en establecer procesos sostenibles a lo largo de toda su cadena de valor. Trabajan con esmero y responsabilidad en la selección de materias primas e insumos con el menor impacto posible y en aquellos casos en que se genere algún impacto negativo éste es compensado con una acción regenerativa natural y/o social, como la siempre de árboles que les permite establecer nuevos pequeños pulmones verdes al planeta mientras apoyan la economía de agricultores locales.

Ellos cada día son más conscientes de que se debe reducir el consumo excesivo de agua durante sus procesos productivos así como el uso de químicos, colorantes y conservantes. Cada vez excluyen más los insumos provenientes de los animales y se abren a la posibilidad de trabajar con aquellos veganos. Dan prevalencia a la agricultura responsable y se apoyan en tecnologías como el biomimetismo que inspirado en la naturaleza les permite ser más eficientes en sus procesos.

Es una cultura que hoy en día no tiene reparo en usar envases reciclados, en reutilizar otros tantos, en desarrollar envolturas y etiquetas biodegradables y en recibir aquellos que ya han sido usados por sus clientes para ser rellenados.

Ellos entienden que lo sostenible no siempre es costoso, que si bien se deben apoyar en tecnologías más limpias para mejorar su eficiencia, las buenas prácticas en el día a día y a lo largo de toda su cadena de valor son determinantes a la hora de presentarse como una marca sostenible.

Saben que la comunicación, la publicidad y la imagen no deben ser afectadas con el lavado verde, que todo lo que el cliente debe saber y conocer de sus procesos siempre debe estar basado en los valores de la transparencia y la honestidad. Una cultura consciente de su responsabilidad de formar y mantener un mercado basado en la verdad de sus actos sin tener que mentir o estar de moda para captar seguidores.

Los europeos han entendido que esto no es más que un puñado de buenas acciones en toda su cadena de valor, nada más que actuar con responsabilidad y tener unos valores soportados en la transparencia y la honestidad.
Dejemos inspirarnos por las razones del corazón que nos llenan de pasión por lo que hacemos, las razones de la mente para mejorar nuestros procesos productivos y las razones del alma que nos permitan elevar nuestro nivel de consciencia por el cuidado del planeta y la sociedad.

Ellos cada día son más conscientes de que se debe reducir el consumo excesivo de agua durante sus procesos productivos así como el uso de químicos, colorantes y conservantes. Cada vez excluyen más los insumos provenientes de los animales y se abren a la posibilidad de trabajar con aquellos veganos. Dan prevalencia a la agricultura responsable y se apoyan en tecnologías como el biomimetismo que inspirado en la naturaleza les permite ser más eficientes en sus procesos.

Es una cultura que hoy en día no tiene reparo en usar envases reciclados, en reutilizar otros tantos, en desarrollar envolturas y etiquetas biodegradables y en recibir aquellos que ya han sido usados por sus clientes para ser rellenados.

Ellos entienden que lo sostenible no siempre es costoso, que si bien se deben apoyar en tecnologías más limpias para mejorar su eficiencia, las buenas prácticas en el día a día y a lo largo de toda su cadena de valor son determinantes a la hora de presentarse como una marca sostenible.

Saben que la comunicación, la publicidad y la imagen no deben ser afectadas con el lavado verde, que todo lo que el cliente debe saber y conocer de sus procesos siempre debe estar basado en los valores de la transparencia y la honestidad. Una cultura consciente de su responsabilidad de formar y mantener un mercado basado en la verdad de sus actos sin tener que mentir o estar de moda para captar seguidores.

Los europeos han entendido que esto no es más que un puñado de buenas acciones en toda su cadena de valor, nada más que actuar con responsabilidad y tener unos valores soportados en la transparencia y la honestidad.

Dejemos inspirarnos por las razones del corazón que nos llenan de pasión por lo que hacemos, las razones de la mente para mejorar nuestros procesos productivos y las razones del alma que nos permitan elevar nuestro nivel de consciencia por el cuidado del planeta y la sociedad. No son tres ejes de la sostenibilidad, no está en la teoría del desarrollo sostenible pero las marcas que lo experimentan desde esta filosofía alcanzan a vivir desde adentro este propósito superior. Una cultura europea que nos muestra que ser una marca sostenible nace de las entrañas y no desde la comunicación externa.

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