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Analistas 23/02/2021

Cosas wow de la sostenibilidad

Adriana Gutiérrez Ramírez
Gerente de Bloom Ecoworking
Adriana-Gutiérrez-Ramírez

En mis columnas sobre sostenibilidad siempre he criticado el “tecno optimismo”, pues cuando se habla de todo lo que nos preocupan los malos hábitos de consumo y la forma como se producen y se comportan las organizaciones, la responsabilidad no se asume como tal, sino que esperamos que asuntos como el cambio climático que requieren de nuestra acción y compromiso inmediato, sea resuelto por una especie de milagro tecnológico. Desafortunadamente la tecnología nos ha hecho asumir una posición muy pasiva frente a problemáticas de orden socio ambiental y otros. Cuando sale al mercado la solución tecnológica dejándonos sin palabras, es entonces cuando ese “wow” nos involucra con el problema y empezamos a actuar. No debería ser, pero ¡es así!

Indudablemente la pandemia ha sido un acelerador tecnológico y científico impresionante. Hoy, cuando creímos haberlo visto todo, nos sorprende la ciencia con enormes posibilidades restaurativas y tecnológicas al servicio del planeta y la sociedad, enseñándonos que detrás de cada gran problema hay gente buena, inteligente y capaz de crear soluciones al servicio de todos.

De la misma manera, quienes de alguna forma buscamos informar sobre estos temas para buscar un comportamiento más consciente, muchas veces nos quedamos en lo negativo y en señalar. Asumimos también una actitud igual de pasiva a la del “tecno optimista” porque solemos creer que con informar estamos generando el cambio que necesita el planeta, pero ¿nos comprometemos o seremos quizás una especie de “info optimistas”?

De las cosas “wow” que me hacen pensar en todo esto es que realmente mientras discutimos o esperamos el cambio, hay quienes se han apropiado del problema y ya se encuentran salvando el planeta. El primero está relacionado con la fecundación in vitro en los mares de Australia, salvando la estructura viva más grande del mundo, las barreras coralinas, y creando unas “nuevas” para lograr restablecer el ecosistema y evitar su deterioro.

Los corales solo se reproducen una vez al año, cuando simultáneamente desprenden millones de óvulos y espermatozoides que se encontrarán en la superficie del mar para formar larvas. Como sabemos, el cambio climático amenaza este proceso natural. Si hay menos corales capaces de reproducirse, y solo tienen una oportunidad al año para hacerlo, el ciclo natural de recuperación no es lo suficientemente largo para que se regeneren, requiriéndose la intervención humana para sobrevivir. Peter Harrison desarrolló una técnica de reproducción asistida para multiplicar su capacidad de procreación: su equipo recolecta óvulos y esperma antes de que se pierdan o se los coman otros animales, y los agrupa en una red en forma de piscina flotante en el mar para que formen las larvas, transfiriéndolas luego a las zonas más deterioradas del arrecife para que se recuperen. Un caso interesante y digno de aplicar en las hermosas barreras coralinas del archipiélago de San Andrés. Alrededor de este proceso Australia ha fortalecido el ecoturismo mediante un plan denominado “ciudadano científico”, en el que durante un día las personas se involucran activamente en la salvación de los corales.

Tras la pandemia también, un grupo de científicos nos sacó otro “wow” en sostenibilidad; cabe aclarar, que ambos son procesos de investigación de muchos años, que sólo ahora cuando hemos mirado hacia estos temas, es cuando descubrimos que tenemos todas las herramientas para salvar nuestra casa. Otro, y lo dejo planteado para tratarlo posteriormente, es el cultivo de madera en laboratorio, el cual podría terminar con la deforestación de bosques y apoyar la restauración que tanto nos urge. Sigamos siendo optimistas pero sostener nuestro planeta es una tarea inmediata y no una oscura herencia para las futuras generaciones.

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