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Analistas 09/12/2019

Justicia climática

Adriana Correa
Presidente Ejecutiva de Maloka

El derecho a tener viento, a sentir frío, a tener una noche fresca, a ver estrellas, a tener agua en los ríos, a un paisaje verde, a que den ganas de tener hijos, el derecho a tener futuro.

Esa familia de derechos se abre paso entre los reclamos de las nuevas generaciones. Y esa tribu, que mas parece un tronco de hondas reflexiones, nos llevó desde Maloka a proponer otro ángulo para pensar sobre el cambio climático. Empezamos una nueva franja, Foros Maloka Conversa y titulamos al primero Justicia climática: ¿están en riesgo nuestros derechos?

El miércoles pasado mientras el país marchaba, acompañamos la jornada con uno de los temas que desde la ciencia consideramos críticos para la sociedad y armamos una conversación entre activistas, políticos y empresarios. Queríamos preguntarnos por qué nos dibujamos como especie en lo más alto de una pirámide y por qué nuestra relación con los seres vivos ha sido de sometimiento.

Esa tensión entre los derechos de las especies humanas frente a los de las especies no humanas, surge en Colombia con las declaratorias de ríos como el Atrato, el Cauca, el páramo de Piba, la región de la Amazonía o del oso de anteojos, como sujetos de derecho.

Una discusión parecida fue la que animó la emergencia de los derechos humanos. Estos fueron y siguen siendo una poderosa herramienta de defensa frente a los sistemas de poder, en contra de la represión, del silenciamiento, la exclusión y explotación de otros grupos humanos; ahora extendemos esa defensa, a la naturaleza y a las especies con las que compartimos tiempo y planeta.

Esa mañana, los panelistas, casi todas mujeres, nos pusieron a pensar sobre el hecho de que la naturaleza no debería tener valor - como lo ha sido hasta ahora- por lo que representa para los hombres, sino por lo que es en sí misma. En el paso de una visión antropocéntrica a una biocéntrica, que pone el acento en función de la vida y el respeto de todos los seres vivos.

La conversación estuvo en sintonía con la contradicción de habitar uno de los países más biodiversos y frágiles del mundo; pero al mismo tiempo, de inmensa brutalidad: somos, según el informe de Global Witness, el segundo más peligroso del globo para defender el medio ambiente.

Ya hay países como Ecuador o Bolivia que incorporan en sus constituciones referencias de los pueblos indígenas, cuya filosofía tiene como base que la naturaleza es un organismo vivo y sujeto de derechos. Y que al no tener la naturaleza quién la defienda, somos nosotros sus defensores. Esa visión, ya cargada de tanta elocuencia, entra en tensión con otra aún mas inquietante: la naturaleza no necesita de nosotros para defenderse - esa sigue siendo una posición antropocéntrica - ella misma se defiende, toma sus propias decisiones y qué mejor prueba de ello que la crisis climática.

Con este primer foro declaramos la intención desde Maloka de proponer una ronda de conversaciones que rompa con la agenda mediática y política y nos sintonice con la ciencia. El año entrante serán al menos cuatro encuentros, cargados con algunos de los ocho ejes temáticos y las reflexiones que entregó la semana pasada la Misión de Sabios.

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