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+ Evitar la confrontación. A veces, una contratación nueva simplemente no puede dar el ancho. Dejar que el empleado siga haciendo agua es discutiblemente más cruel que despedirlo. Sea amable, pero claro. Ayude a que esta persona haga la transición a algo en lo que pueda tener éxito.
+ Volverse el felpudo. Si es demasiado amable (con gente que no cumple fechas límites o que no hace su trabajo), la gente se aprovechará de usted. No tiene que ser severo para que lo respeten, pero debería hacer que su organización esté a la altura de ciertos estándares y asegurarse que la gente los cumpla.
+ Esquivar la introspección. Véalo como ser “demasiado amable con usted mismo”. Enfrente las duras verdades respecto a usted mismo y dé a sus empleados espacio para que también compartan retroalimentación. Obtendrá una valiosa perspectiva y madurará como líder.
Fuente: “The Problem With Being Too Nice”, de Michael Fertik.
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