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Analistas 06/04/2016

Nuevas alertas

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria
La República Más
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En los últimos meses las alertas asociadas a los nubarrones que vienen amenazando la economía colombiana se han ido acrecentando. Si bien es cierto que en medio de unas condiciones macroeconómicas adversas la economía logró crecer 3,1% durante 2015, uno de los crecimientos más altos en una región que fue fuertemente golpeada por las cotizaciones de los bienes básicos, los riesgos se han incrementado y el panorama para 2016 luce más desafiante. 

Y es que factores como la alta volatilidad en los mercados internacionales, la incertidumbre en materia de producción y demanda de crudo, la volatilidad asociada a sus precios, la revisión a la baja en la dinámica de recuperación de Estados Unidos y Europa, junto al proceso de ralentización de los denominados Brics han venido prendiendo las alarmas en los mercados y en los inversionistas. Un inquietante panorama que tiene ahora una arista adicional asociada a la magnitud de la desaceleración del consumo privado, algo que se ha venido ya anticipando y de allí que buena parte del mercado haya comenzado a revisar a la baja sus perspectivas de crecimiento de corto y mediano plazo. De hecho, con base en el modelo de equilibrio macroeconómico, nuestras nuevas proyecciones en la Asociación Bancaria permiten esperar ahora un crecimiento en 2016 más cercano al 2,3% que al 2,6% que veníamos señalando, con una tímida recuperación en 2017 hacia niveles de 3,2% frente al 3,7% que preveíamos meses atrás.

Si bien buena parte de la fortaleza de la actividad económica ha reposado sobre la solidez de la demanda interna, han sido varias las alertas que se han disparado en torno al comportamiento del consumo de los hogares. El Índice de Confianza del Consumidor, uno de los mejores termómetros para anticipar puntos de inflexión en el consumo privado, exhibió una caída notable en los primeros meses del año, alcanzando valores incluso inferiores a los registrados en 2009. Buena parte de esta caída ha venido estando atribuida a la debilidad en las percepciones sobre la adquisición de bienes durables y a las débiles expectativas económicas de cara a los próximos meses.

En efecto, el desempeño reciente de las ventas minoristas permite ratificar la hipótesis de un consumo de los hogares que viene moderándose frente a los registros de 2015. Así, entre noviembre de 2014 y enero de este año las ventas minoristas registraron un modesto crecimiento, explicado en gran medida por la notable caída en el componente de bienes durables.

Adicionalmente, desde el punto de vista crediticio también se han hecho evidentes los ajustes realizados por los hogares en términos de apalancamiento financiero. Según cifras oficiales de la Superintendencia Financiera para diciembre de 2015, la cartera de consumo registró un crecimiento de 5,3% real anual, la cifra más baja desde mediados de 2010, lo que da cuenta de que la política monetaria restrictiva del Banco de la República ya ha entrado a operar en el canal monetario/crediticio. 

Para complementar este escenario, las presiones sobre el mercado laboral se han venido sintiendo mediante deterioros en la tasa de desempleo. Esta situación amenaza con menoscabar los avances que se han logrado durante los últimos años para mantener de forma persistente tasas de desempleo en niveles de un dígito.

No cabe duda que 2016-2017 serán años de ajustes. Los riesgos, en el contexto actual, continúan asociados a un menor crecimiento de la economía mundial, a una mayor estrechez fiscal y con ello a una menor tracción de la inversión y el empleo. Estos factores, sumados a una eventual recuperación del consumo privado menos dinámica que la esperada por cuenta de unas condiciones monetarias que podrían tornarse más restrictivas, han derivado en un sesgo bajista en las previsiones de corto y mediano plazo. 

De la superación de muchos de nuestros desafíos, que pasan desde luego por la asertividad con la que se ejecuten las políticas públicas y privadas en materia de competitividad, estabilidad fiscal y recomposición sectorial, dependerá que podamos retornar a nuestra senda de crecimiento potencial en los próximos años.

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