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Analistas 21/07/2015

El fin del visado, mucho más que un símbolo

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA
La República Más
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Un antiguo refrán español afirma que “obras son amores y no buenas razones”. Y esto viene a colación de que durante muchos años hemos visto cómo se firmaban alianzas estratégicas repletas de grandes propósitos (esas “buenas razones”) que, al fin y a la postre, no se desarrollaban en su plenitud (no había “obras” que legitimaran su existencia). Sin embargo, la alianza estratégica que firmaran la década pasada Colombia y España, a diferencia de otros ejemplos, goza de muy buena salud pues está cargada de buenas razones e importantes obras. 

Y la razón de este buen funcionamiento de la alianza es doble. En primer lugar, porque se trata de un vínculo que posee no solo una bella música sino una letra cautivadora. Es decir, hechos concretos de alcance social, político y económico en los que sostenerse. Hechos como la iniciativa liderada por el Gobierno español dentro de la UE para anular las visas para ciudadanos de Colombia y Perú. O el comprometido apoyo del Ejecutivo colombiano para que España ocupe un espacio mucho más relevante en la Alianza del Pacífico.

En segundo lugar, esta alianza estratégica ha podido crecer y enriquecerse gracias a que existe una decidida voluntad política en los gobiernos de Juan Manuel Santos y de Mariano Rajoy por impulsarla. De nada sirve la firma de grandes protocolos y acuerdos si no hay un sincero esfuerzo político destinado a darles continuidad y contenido concreto que se traduzca en mejoras palpables para la ciudadanía. Como señala el embajador colombiano en España, Fernando Carrillo: “solicitar y conseguir la exención del visado es uno de los mayores logros de la política exterior de España en beneficio de los latinoamericanos. Beneficia directamente a 600.000 familias de inmigrantes colombianos y peruanos que viven en España”, y que podrán viajar a cualquier país de la UE solo con su pasaporte. 

El final de la visa ha sido la culminación de un largo esfuerzo diplomático del Gobierno Rajoy que desde 2013 ha peleado, casi en solitario, por alcanzar ese objetivo en las siempre complejas instituciones comunitarias. Y se trata de un logro muy significativo, además, para el sentir latinoamericano pues como bien expresó el presidente Santos, la visa era vista por el ciudadano colombiano como un documento antipático. “Para la dignidad de los colombianos es muy importante, porque ya no tenemos que someternos a este tortuoso procedimiento”. 

Asimismo, la alianza entre España y Colombia es, ante todo, una relación entre iguales que se enriquece con iniciativas que provienen de ambos lados. Así, por parte de Bogotá existe un compromiso explícito en impulsar el rol de España dentro de la Alianza del Pacífico. Y prueba de que no se trata solo palabras, sino también de hechos con importantes repercusiones, es que la Corte Constitucional de Colombia acaba de dar luz verde a la homologación de títulos españoles lo que favorecerá la libre circulación de personas entre ambos lados del Atlántico.

España ha mostrado que posee una sincera vocación por vincularse más estrechamente con la Alianza. No solo es miembro observador, sino que ha hecho una apuesta decidida por apoyar este proceso de integración. Mariano Rajoy lo calificaba ya en 2013 como “el movimiento nuevo de integración más atractivo de cuantos se desarrollan en el mundo”. Ese interés de España, unido a las gestiones de Colombia, pueden contribuir a que dentro de la Alianza las empresas españolas encuentren una adecuada plataforma para elevar su internacionalización.

Así pues, la relación Colombia-España se está convirtiendo en modelo de lo que deben ser los modernos vínculos entre España y Latam. Vínculos con raíces profundas ya que están basados en una historia y una cultura común (¿dónde se habla mejor el español sino en la Colombia de Rufino José Cuervo y Miguel Antonio Caro?). Pero, además es una relación con lazos renovados sostenida en una alianza estratégica entre países cuyos gobiernos poseen voluntad política de hacer crecer tales vínculos. Y todo coronado con una corriente de inversiones y flujo de personas que ahora es bidireccional.
 

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