El objetivo fue dar a conocer aspectos de la dinámica de voluntariado de compañías, nacionales y multinacionales y destacar los beneficios de implementar el voluntariado desde un foco estratégico. Resultados sobre los cuales vale la pena reflexionar.
En primer lugar, entender la importancia de contar con un programa de voluntariado corporativo sólido representa la posibilidad de comenzar a construir relaciones gana - gana entre los actores involucrados; empresa, voluntariado y comunidad. De esta forma, significa dar el primer paso hacia la implementación de acciones de responsabilidad social que sean sostenibles y estratégicas, en la medida que impactan significativamente las comunidades y generan valor compartido y con sentido.
En segundo lugar, el voluntariado corporativo constituye una transformación cultural, pues educa a quienes lo realizan, conecta a empresas con comunidades, fortalece la capacidad de solución de problemas, empodera, crea visiones compartidas a partir de la diversidad y permite formar y reforzar capacidades en los colaboradores.
Pero a pesar de ello, solo 35% de las empresas participantes tiene acciones de voluntariado con foco estratégico y directamente relacionadas con su core de negocio; mientras que 65% restante solo realiza acciones puntuales y aisladas, sin contar con una política que asegure la adecuada mitigación de riesgos a corto, mediano y largo plazo.
No obstante, la buena noticia es que la mayor parte de las empresas están encaminadas en fortalecer sus programas y sacar el máximo potencial de los mismos, afirmación que se sustenta porque 90% de los responsables de programas de voluntariado y 60% de los voluntarios de la muestra cuenta con un grado de especialización. Además, 50% de las empresas tiene un alto nivel de implicación de la alta gerencia en los programas de voluntariado.
Y en tercer lugar, la relevancia que ha venido cobrando en los últimos años el voluntariado corporativo a nivel global y, por supuesto, en Colombia se ve reflejada en el aumento de la oferta de programas y acciones puntuales, donde se destaca 80% de actividades enfocadas en temas educativos, una inversión de al menos $50 millones en estas actividades y una gran participación femenina, puesto que 65% de los voluntarios y 77% de los coordinadores de estas acciones son mujeres, lo cual abre a las mujeres un espacio de desarrollo dentro de las empresas donde por naturaleza son líderes.
Estas reflexiones sobre el voluntariado abren la puerta a discusiones interesantes sobre el impacto que se busca generar en las comunidades, una vez definidos los objetivos empresariales en materia social, el ideal es construir programas estratégicos de voluntariado corporativo integrales que permitan comenzar a formalizar estas actividades mediante una política que plasme el modelo de voluntariado, el tipo de acciones y la relación de las mismas con el objeto social y la actividad económica de las compañías. Programas integrales con objetivos claros y medibles en un periodo de tiempo que generen impactos de alto valor.
En este sentido, la compañía incrementará su nivel de influencia en una población. Este es el camino que permitirá reemplazar la tradicional visión filantrópica para comenzar a pensar desde la gestión estratégica, donde estas actividades se traducen en espacios capaces de dar valor a las capacidades de las empresas, su cultura y fuerza de trabajo, para generar transformaciones culturales que creen valor compartido y permitan a las empresas conectarse con sus comunidades una manera antes inimaginable, convirtiéndose en un aliado trascendental en el desarrollo e inversión social de los países donde operan.
