Inicia la segunda mitad de noviembre y con ella la época comercial del año de mayor dinamismo para cientos de subsectores y rubros económicos de nuestro aparato productivo: madrugones, ‘black days’, jornadas de horario extendido, sorteos virtuales y demás formatos orientados a incentivar el consumo en la temporada navideña.
Y es que no es para menos, en un 2023 que ha estado marcado por una política monetaria contractiva (altas tasas de interés), una alta inflación, una tasa representativa del mercado (TRM) en altos niveles y un panorama de incertidumbre internacional, por mencionar algunos factores desafiantes, es natural que muchos comercios quieran compensar las “vacas flacas” en la recta final del año.
Es tal el furor de estas fechas que, de acuerdo con la Asociación Colombiana de Empresas de Servicios Temporales (Acoset), se prevé que en este periodo se generen alrededor de 20.000 empleos temporales, por contrataciones cercanas a los $40.000 millones en salarios, una cifra que, sin duda, es de resaltar en medio de dicho contexto para la economía colombiana.
Pues bien, este es justamente el dilema que, una y otra vez, pareciera enfrentar el devenir del planeta Tierra cada vez que se aproxima uno de los picos de consumo a lo largo del año. Las fiestas navideñas se han convertido en una época en la que comemos, gastamos y celebramos en exceso, y que, por desgracia, generamos una gran cantidad de residuos que, con pequeñas acciones y mayor consciencia, podríamos evitar.
De esta manera, y como ya es de público conocimiento, han surgido tendencias con fuertes impactos como el ‘fast fashion’ y el ‘fast beauty’; la obsolescencia programada, que resulta en basura electrónica; toneladas de papel y los plásticos de un solo uso, especialmente aquellos que se usan para adornar regalos o fotos, y que a la larga solo suman volúmenes de residuos a nuestros océanos y nuestros rellenos sanitarios.
Por esta razón, en este inicio comercial de la temporada navideña, desde Greenpeace, como ONG que trabaja desinteresadamente por el bienestar del planeta Tierra y la conservación de sus ecosistemas, queremos hacer un llamado para que vivamos esta época de una manera más consciente y sostenible.
Por fortuna, cada vez existen más compañías y emprendedores que se esfuerzan por desarrollar productos y servicios responsables, de manera que consumir y proteger el patrimonio natural sea una práctica totalmente compatible.
En este fin de año, se vale: comprar productos de segunda mano; apoyar marcas que implementen prácticas para reducir el consumo de agua, así cuesten un poco más; decirle no al plástico y llevar sus propios envases, rechazar productos innecesarios; y, sobre todo, decirles sí a las empresas que reutilizan productos y materiales en sus diferentes procesos productivos.
Es hora de que como consumidores empecemos a premiar las buenas acciones productivas; pasemos tiempo de calidad con los nuestros; es hora de que como sociedad reorganicemos nuestras prioridades y entendamos que un consumo desmedido es insostenible en el tiempo. El consumo, al igual que la economía, fluctúa y se recupera; la Tierra, no, pues, solo hay una.
