Es evidente que el tema de la responsabilidad de las organizaciones respecto de sus diferentes grupos de interés adquiere cada vez mayor importancia, tanto para las mismas organizaciones como para las sociedades en las que se desarrollan.
Esto se demostró en la reciente 74ª Conferencia de la Academy of Management 2014, organismo que convocó a 9.572 participantes de 89 países, y en el cual la RSC fue tema principal de múltiples sesiones provenientes de los cinco continentes. En este tipo de espacios es posible constatar que la responsabilidad social se encuentra en distintos niveles de desarrollo. Parecieran existir puntos en común, en los cuales no importa el desarrollo que se haya alcanzado; se necesita seguir creciendo tanto en profundidad como en extensión.
El primero de estos puntos tiene que ver con integrar la RSC en la estrategia del negocio. Si bien es cierto que en algunos lugares esto se ha ido consiguiendo, son pocos los que lo han logrado. Todavía son muchas las organizaciones donde la RSC se vive como filantropía en el mejor de los casos; predomina aún la idea que el maximizar el retorno es la razón de existencia más fuerte de las empresas. Para que esta integración se vaya consolidando es crítico que se entienda la RSC no como algo externo, una actividad que realizo a beneficio de alguien, sino como parte misma del negocio.
El segundo, vinculado al primero, es el del tipo de gobierno corporativo que la organización tenga. Si desde las mismas instancias en las que se toman las decisiones en las organizaciones no existe claridad ni transparencia en el ejercicio del gobierno, no se puede asumir con seriedad la responsabilidad de la empresa con los demás grupos de interés.
El tercer punto tiene que ver con el desarrollo de las habilidades de las personas que están tomando las decisiones en las organizaciones. Si estas personas no desarrollan las habilidades necesarias para gestionar y dirigir va a resultar bastante difícil cumplir la misión de la organización impulsando las diferentes estrategias entre ellas la de integrar la RSC al negocio.
Un cuarto tema relacionado con la RSC tiene que ver con las normas culturales. Como en cualquier otro aspecto relacionado con la vida de las sociedades, los sistemas regulatorios así como la estabilidad institucional donde las empresas existen, influyen en la forma que estas viven la RSC. Pero es que además las expectativas de las personas que conforman esa sociedad influyen de modo especial en el comportamiento responsable o no de las empresas. Cuando las organizaciones se comportan de acuerdo a las expectativas de los actores sociales, estas son percibidas como miembros legítimos de la sociedad, lo que otorga a esos actores, una gran influencia que pueden ejercer sobre las organizaciones de modos diferentes. Un caso interesante para considerar es el de los austríacos. En Austria el ‘fracking’ es ilegal. La ley lo prohibe porque esta técnica de extracción de gas no convencional ocasiona daños serios al agua, al aire, a la salud humana.
En Canadá, Estados Unidos y otros países el ‘fracking’ no es ilegal. Una compañía austriaca inició este tipo de extracción en Canadá, y los austriacos se disgustaron porque consideran que esta empresa no puede hacer en otro país aquello que es ilegal en Austria. La decisión de no permitir esta práctica en el país europeo surgió de los perjuicios que el ‘fracking’ ha generado para el medioambiente y las personas; sin embargo, más allá del ámbito legal, si genera consecuencias desfavorables no se debería realizar en ningún lugar. El debate fue tan fuerte que la empresa se ha visto obligada a detener sus operaciones de ‘fracking’. Ese el poder que los actores sociales pueden llegar a tener si se ha asumido la RSC también desde el nivel individual.
Los retos que he mencionado no son excluyentes. Por supuesto pueden existir más, pero al afrontar estos, habremos dado un gran paso.
