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RESPONSABILIDAD SOCIAL

Lombricultura y un albergue, las apuestas de Odebrecht por el desarrollo sostenible

miércoles, 19 de marzo de 2014
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Germán Corcho Tróchez

A Édgar Grisales Betancur y Edwin Fernando Sanabria Marroquín los une la misma edad, la misma institución en la que se han formado como profesionales y el premio que cada uno ganó la semana pasada: $40 millones que les dio la empresa Odebrecht, por las propuestas que presentaron en la primera edición del premio de Desarrollo Sostenible.

El proyecto de Grisales, estudiante de décimo semestre de Arquitectura en la Universidad Nacional de Manizales, es un albergue modular para alojar habitantes de una población en riesgo o víctima de emergencias. “Cuenta con abastecimiento básico de agua y luz para garantizar en forma temporal las necesidades básicas”, explica el joven manizalita de 22 años.

El render de la iniciativa de Grisales muestra una estructura hecha en madera, fácil y rápida de construir, y con un techo un laminado con páneles solares. “Proporcionarán a quienes lo usen los servicios básicos, utilizando recursos naturales como la luz solar y agua tibia”, detalla.

El diseño digitial del albergue demoró poco más de seis meses en tomar forma. La idea, no obstante, es el resultado de un trabajo del profesor Duque, quien por años ha investigado a los pueblos indígenas y también los que están expuestos a inundaciones y desastres naturales. La iniciativa nació, de hecho, del interrogante sobre qué soluciones aportaría la arquitectura a la problemática. Por eso la idea, aún conceptual, está concebida para ser construida con materiales biotemáticos y reciclables, que no afecten el ecosistema.

Insecticidas y abonos naturales
La propuesta de Sanabria Marroquín, estudiante de octavo semestre de Ingeniería Química, pretende potenciar la competitividad del sector agrícola de Madrid (Cundinamarca). La clave es que los pequeños y medianos agricultores aprovechen las 400 toneladas de residuos orgánicos que se producen cada mes en el municipio, como materia prima en la producción de abonos. El proyecto nació de la curiosidad de Sanabria y un compañero de estudios, con quien indagó sobre la lombricultura en el agro colombiano.

La oportunidad de negocio surgió de conocer las quejas que han expresado campesinos y productos, por los altos costos de los insumos. “Empezamos a ver que había una eventual cabida en el mercado y desarrollamos un modelo de negocio”.

Descubrieron además que en Cundinamarca puede utilizarse la maleza de nombre científico Ageratum Conisoide, para evitar el crecimiento de insectos en los cultivos. Sus principios activos sirven como biopesticidas y a unas concentraciones bajas, mezcladas con etanol, queda a disposición para ser aplicada y detener el desarrollo y crecimiento de larvas.

La opinión

Estefan Grisales Betancur
Estudiante ganador

“Esta es una oportunidad de llevar una investigación, un proyecto o una idea a algo más avanzado, que genere oportunidades y beneficios para la sociedad”.

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