La implementación de las políticas empresariales de RSE por parte de las empresas se traducen en la inversión de recursos a través de estrategias y programas; dentro de los que se destacan el apoyo a actividades de conservación ambiental, deportivas, artísticas y culturales, así como a proyectos asistencialistas que aún se hacen necesarios para atender a los sectores más vulnerables de la población. Una de las preguntas constantes de estos esfuerzos es la sostenibilidad de sus resultados, la cual no siempre tiene respuesta.
En este contexto, el apoyo a proyectos de emprendimiento económico resulta una buena opción, puesto que además de abrir oportunidades inmediatas a los beneficiarios, sus efectos se extienden en el tiempo y tienen alta incidencia en el desarrollo económico local, alcanzando impactos de crecimiento económico hasta de 50% dependiendo de la región y del engranaje de las empresas con los proveedores locales.
Se debe tener en cuenta que Colombia, siguiendo una tendencia mundial, ha venido fortaleciendo el escenario ideal para el emprendimiento, y prueba de ello es la formulación de políticas públicas en la materia, su implementación por entidades gubernamentales, así como los aportes de organizaciones privadas, caso de las Cámaras de Comercio y el apoyo cada vez más frecuente de empresas que en el marco de su Responsabilidad Social Empresarial financian iniciativas de negocios de población en su área de influencia.
Es importante definir la naturaleza de un programa de emprendimiento, cuando este resulta de la implementación de una política de RSE o cuenta con su apoyo. Lo primero que se debe hacer es analizar el contexto socio económico, para identificar el tipo de iniciativas empresariales que pueden tener mayor viabilidad. Además, debe conocerse muy bien a la población beneficiaria, puesto que no es lo mismo acompañar iniciativas de jóvenes con un alto nivel educativo, que población adulta perteneciente a la base de la pirámide (aquellos que devengan menos de US$3.200 al año).
También es importante un estudio interno de la propia compañía, para identificar sus áreas o dependencias que pueden ser clientes directos de los nuevos emprendimientos, esto viabiliza aun más su perspectiva económica, generando un valor agregado para la compañía pues contribuye en su indicador de apoyo a la comunidad a través de compras en su área de influencia. Por supuesto, la compañía debe ser uno de los clientes del nuevo empresario, y ni siquiera el principal, pues de serlo se corre el riesgo de generar una dependencia nada sana para ninguna de las partes.
Por último, no se puede olvidar la importancia del acompañamiento previo, a través de la formación y capacitación empresarial y el posterior mediante el soporte que se le pueda brindar en los primeros meses de vida. Esto aporta mucho a la anhelada sostenibilidad de los proyectos.
