“En Campo Rubiales se generan diariamente alrededor de 1.200 residuos de botellas PET, material que se acopia, se separa (envase y tapa), se prensa y se remite a las empresas que hacen el aprovechamiento y disposición final”, señala Emil Gutiérrez, ingeniero de producción y optimización en campo Rubiales.
De esta manera nació una idea que hace parte del programa de Responsabilidad Social de Pacific Rubiales. De ahí hace parte el proyecto alrededor del material reciclable en campo Rubiales que comenzó con la construcción de una bodega ecológica. Gustavo Meneses, ingeniero de Intertek, una firma contratista de Pacific Rubiales que opera en la zona, propuso la idea de construir esta bodega para la sede de Antek, su anterior compañía, teniendo en cuenta el volumen significativo de residuos sólidos que se manejan en campo. “Acopiar, separar, compactar, transportar y disponer adecuadamente los residuos sólidos tiene un alto costo para las empresas. Por eso, aprovechar “in situ” (en sitio) estos materiales reduce los costos operativos de las empresas y permite desarrollar usos alternativos para lo que comúnmente se llaman desechos. Teniendo los materiales a mano, le propusimos a Pacific desarrollar un modelo sostenible de construcción que utilizara parte del material reciclable y recuperado que estaba acopiado”.
Pacific acogió la propuesta, aportó el terreno de la nueva construcción y participó con la mitad de los costos que demandó el proyecto. “Se desarrolló una bodega de 100 metros cuadrados tipo hangar, con dos áreas concomitantes: una para oficinas y otra para el bodegaje de neveras y los equipos para análisis de muestras. Entre los insumos, se utilizaron 25.000 botellas de PET, unos 400 kilos de hierro y malla de acero recuperados del depósito de chatarra, 42 metros cúbicos de arena desechada por el sandblasting (proceso de chorro de arena utilizado para limpiar tubería y maquinaria), 60 metros de tubería de PVC, cerca de 100 llantas no aptas para el uso mecánico y un tanque de agua potable en desuso”, señala Meneses.
Un aspecto novedoso de esta bodega fue la utilización de botellas PET rellenas con arena para la construcción de los muros. “El diseño consiste en tres hiladas de botellas con el fondo hacia la fachada y tres con la tapa hacia la fachada, lo cual permite darle estabilidad y alineación a la pared. Como el PET y la arena son materiales térmicos, el efecto que produce es un doble aislamiento lo cual permite que la temperatura interior de la bodega sea fresca durante el día y mantenga el calor durante la noche. Además, para estabilizar y proteger el talud que rodea la bodega de la erosión, se construyeron gaviones con llantas de camioneta rellenas con material de excavación. Esta construcción puede durar más de 500 años, siempre y cuando las botellas mantengan la arena, que es lo que les da la capacidad de carga”, afirma Santiago Quiroga Olarte, el ingeniero civil que dirigió la obra.
La bodega se construyó con material reciclable en un 80%, lo cual redujo su costo en un 60% frente a una construcción convencional. “Los materiales adicionales como la teja termoacústica, el baldosín del piso y las instalaciones eléctricas y sanitarias, fueron comprados a proveedores de la región para apoyar el desarrollo económico local. Y aunque este método constructivo toma más tiempo que el desarrollo con un sistema convencional, particularmente por el relleno de las botellas y la acomodación de hileras para lograr una buena simetría, sus beneficios son tangibles: es ecológico, porque reutiliza material reciclable y recuperado; es económico, porque utiliza en gran parte residuos; y tiene mucho potencial para ser utilizado en proyectos sociales de auto construcción”, concluye Meneses.
La finalización de esta obra se hizo con un letrero que desarrolló la Fundación Sanar, en el cual se utilizaron más de 900 tapas de botellas PET.
